domingo, 27 de enero de 2013

El repulicano liberal - RÓMULO LANDER HOFFMANN, LA ENFERMEDAD HOLANDESA

RÓMULO LANDER HOFFMANN, LA ENFERMEDAD HOLANDESA:
“Enfermedad holandesa o “mal holandés” tiene su origen, como su propio nombre indica, en los Países Bajos donde, a comienzo de la década de los años setenta, aparecieron importantes yacimientos de gas que incrementaron fuertemente las exportaciones de dicho producto y, como consecuencia, la entrada de divisas en el país. 

Esta entrada de divisas condujo a que el tipo de cambio (cotización) del florín holandés se apreciara alcanzando un nivel que ponía en peligro la competitividad externa del resto de los bienes y servicios que exportaba Holanda y, consecuentemente, de los niveles de actividad y empleo dependientes de éstos”.

Esta “enfermedad” se produce cuando una mercancía ocasiona un aumento sustancial de los ingresos en un sector de la economía y no tiene contrapeso o es complementado por un mayor ingreso en otros sectores de la misma. 
En Venezuela, históricamente, este aumento de divisas ha limitado severamente la facultad de nuestro país para crear y mantener otras industrias. Aunque es justo reconocer que nuestro país con todas y las carencias que generó en su transcurso, pasó, en tan solo 50 años de ser una pequeña aldea rural a uno en verdaderas vías de desarrollo
El actual desgobierno, por razones estrictamente políticas, ha hecho caso omiso a una “solución estructural” de los heredados y ya graves problemas sociales, que incluyen: educación, salud, infraestructura, agricultura y las industrias nacionales, causando que Venezuela a pesar sus ingentes ingresos quede cada vez mas muy detrás de otros países tercer mundistas, o industrializados.
En teoría, el nivel de la enfermedad depende (en nuestro caso) de los precios de los productos básicos, que condicionan los ingresos, del avance de la locomotora que los genera, de la marcha de su política industrial y de la articulación de las políticas monetarias, cambiarias y fiscales que la contengan, o la potencien.
Los casos más claros de enfermedad holandesa se dan en países petroleros como Venezuela, en la que en el precio del petróleo genera fuertes entradas de divisas y como consecuencia la apreciación o revaluación de su moneda, hasta el punto que ha asfixiado al resto de la actividad económica. En nuestro país este fenómeno se da porque el ingreso masivo de moneda extranjera ha fortalecido la moneda local en comparación a la de sus socios comerciales. Lo que termina haciendo a los sectores Productor y exportador más vulnerables y menos competitivos, dado que comparativamente sus costos de producción suben desproporcionalmente respecto a otros países con monedas más estables.
El tipo de cambio, que no es otra cosa que el precio en términos de moneda nacional de una divisa extranjera; como consecuencia de la apreciación, abarata las importaciones, genera un fuerte aumento de las mismas y encarece las exportaciones. Dañando irreversiblemente el aparato productivo.
Si esto es así; ¿cómo es que es posible que nuestra economía haya estado creciendo en términos reales?
¿Cómo es posible que la pobreza haya disminuido en términos REALES y no solos en términos de la simple repartición improductiva de los ingresos petroleros?
Una de las formas de combatir la enfermedad holandesa es frenando la apreciación de la moneda, lo que en nuestra circunstancia equivale a devaluar y luego de ello a un obligatorio mejoramiento de la competitividad y eficiencia de los demás sectores. Pero, con la concurrencia de un sector privado diversificado como única y real alternativa para lograrlo.
Un tipo de cambio apreciado, provoca que los recursos sean reasignados desde los sectores manufactureros a los segmentos no transables. Esto distorsiona la estructura de la economía al distraer los fondos que tendrían que dirigirse a los sectores que aportan más valor agregado(*) como son; Agricultura, construcción, Manufactura, tecnología y los efectos de encadenamiento.
(*)VALOR AGREGADO. Suma del valor añadido en los procesos productivos de cada uno de los sectores de la economía.
Esta enfermedad se hace mucho más grave cuando es el Estado el administrador, porque los ingresos que se producen, en nuestro caso INMENSOS, operan a favor del deseo de perpetuidad en el poder, de quienes lo detentan, a costa de los intereses de sus congéneres.
A lo mejor es que los cubanos no entienden el holandés, o a lo mejor sí y por eso es…
Amanecerá y veremos

rlander48@yahoo.com

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jueves, 10 de enero de 2013

El Republicano Liberal - JOSE PONS, DOCTRINA MILITAR BOLIVARIANA

JOSE PONS, DOCTRINA MILITAR BOLIVARIANA:
El chavismo, en su aprendizaje durante 14 años de Gobierno, es capaz de dar forma a una institucionalidad que funciona: las misiones, las redes de distribución de alimentos. “Este régimen se plantea cambiar y ordenarle la vida a las personas”, señala la oposición venezolana y se asevera, que ha construido un eficaz sistema de localización y movilización de los individuos a través de organizaciones a las que deben adscribirse, a veces sin su voluntad, que los van llevando desde la cuna a la tumba”.
El sector castrense influenciado por el “aire romántico del socialismo”, logra influir en la deriva política de Venezuela, no tendrá que hacerlo a cara descubierta, mediante un clásico pronunciamiento. Le basta con poner ese aparato a disposición de alguno de los candidatos a la sucesión, mientras se lo escamotea a otro. Que es el trofeo que junto a la mitología del comandante Chávez, se disputan Maduro y Cabello.
El mensaje implícito: es vender lo que no sabes que compras. Las figuras del CHE, Fidel Castro en plena Selva, Un Chávez revolucionario y el color rojo de una revolución proletaria, va cayendo al abismo de lo que real pasa en la Venezuela libre y de los venezolanos. Un complot sobre la ignorancia del electorado de izquierda secuestrada por la revolución roja rojita. Se ha afirmado que este capitalismo salvaje, sin el mínimo recato espiritual de justicia se le ha denominado la nueva “Doctrina Militar Bolivariana”.
A estas alturas por cierto y es acertado afirmar, que Maduro lleva la ventaja por la voluntad expresa de Chávez, pero dentro de este “espectro” mencionado el resultado puede favorecer a Cabello. La mayoría de los oficiales del Ejército que hoy tienen mando de tropa forman parte de la promoción de 1987, la misma de Diosdado Cabello. Estos no son ligerezas, son serios señalamiento que la sociedad y los partidos demócratas deben considerar.
En lo que con toda probabilidad podrían coincidir Cabello, Maduro y la oficialidad superior es en la conveniencia de llevar la transición por cauces constitucionales. Los dos primeros, para preservar el patrimonio político de Chávez. Los últimos, escarmentados por las sangrientas ocasiones en las que, desde 1989, las Fuerzas Armadas salieron a regañadientes a las calles para preservar el orden público logrando con esto, descubrir su real cara ante la sociedad civil.
La constitucionalidad venezolana, manejada por genios de la Cuba Castrista, las tecnologías y el terror al miedo militarista, resultan los mejores ingredientes que sustentan tal Doctrina Militar Bolivariana. La complicidad internacional, recae sobre personajes de mal augurio en Latinoamerica  Santos, Correa, Evo, Fernández, entre otros, que solo desean del “CHE” su imagen mientras saquean a las naciones en nombre de una izquierda sucumbida desde 1.989.
El velo de la intelectualidad de izquierda, descubrió desde hace tiempo esta suerte de estrategia de poder, lo importante es hacer entender a nuestra juventud rebelde, que el culto que realizan no es al socialismo y menos al comunismo. Es a la estrategia de un poder basado en una Doctrina muy leja de la justicia y la solidaridad, escasa en honestidad y con gran pasión por el poder político de la Patria. Reaccionar en el camino, no hay de otra.

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las armas de coronel - Con Chávez muerto, Maduro ejerce el poder ilegitimamente

Con Chávez muerto, Maduro ejerce el poder ilegitimamente:
Miserables golpistas


Nicolás Maduro, el títere de Cuba, ha recibido el apoyo anti-constitucional del ejército , de la Asamblea Nacional y del TSJ para permanecer de manera idefinida e ilegitimamente en el poder. La Asamblea Nacional decidió ayer que Chávez podrá tomarse todo el tiempo que quiera para regresar, pasándose por sus fundillos llenos de excremento moral los jirones remanentes de la constitución.
 Hoy llegaría a Venezuela el presidente de Uruguay, a dar su apoyo al golpe de estado que se ha consumado en Venezuela.
Ayer también se dió un nuevo paso hacia la consagración de Venezuela como una colonia cubana. En La Habana se encuentra, en manos de la satrapía cubana, Hugo Chávez o lo queda de él. Ya su mente estaba en manos cubanas pero ahora también su cuerpo está retenido en una sala especial o en la morgue del hospitalucho,  hasta que los cubanos decidan como hay que proceder en Venezuela e instruyan debidamente a Nicolás Maduro. Para mí es evidente que  Hugo Chávez está clinicamente muerto y así lo creeré, hasta que una Junta Médica independiente, no los médicos anónimos que tienen al cuerpo secuestrado , certifique que no lo está y cual es la probabilidad que tiene  de un regreso en plenas facultades. 
Mientras tanto, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, el ministro de la “defensa” y quienes apoyen lo que está ocurriendo en mi país solo representan una pandilla de miserable golpistas que nos ponen en manos de Cuba. No los reconozo como gobierno legítimo ni me someto a ninguna decisión que estos usurpadores tomen en Venezuela. Haré todo lo que esté a mi alcance, como ciudadano, para restituir en Venezuela el estado de derecho. Hago un llamado a mi compatriotas y a la cimunidad democrática internacional a que resistan activamente este grosero zarpazo del castrismo contra Venezuela.
 En esto me atengo fielmente a la constitución venezolana y a mi conciencia.

miércoles, 2 de enero de 2013

La locura por el poder

La locura por el poder:

Por: Francisco Suniaga - tomado de  

A pesar de haber sido varias veces a lo largo de su historia víctima de la locura por el poder que ha atacado a algunos de sus gobernantes y líderes, Venezuela no ha podido protegerse suficientemente de ella. Sin ir muy atrás en el tiempo, sólo considerando los últimos veinte años del siglo pasado y los transcurridos de este, esa enfermedad política ha causado grandes estragos institucionales y materiales. De hecho, padecemos en estos mismos momentos la incertidumbre causada por el último afectado: Hugo Chávez Frías.

Las primeras muestras de esa patología por el poder en el lapso aludido son los empeños de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera en 1988 y 1993 en volver a la presidencia. Desatendiendo el ejemplo de Betancourt, ambos líderes insistieron en buscar de nuevo el poder y con esa decisión abrieron el camino para lo que ha sido un largo período de inestabilidad política y económica.

En 1988, CAP hizo una campaña electoral de expectativas fundadas en su gobierno anterior (1974-1979). Sólo que eran otros tiempos, otros hombres y otro país. No en balde se produjeron dos intentonas militares, un alzamiento popular y una crujida institucional que condujo a su destitución y al interinato presidencial del doctor Ramón J. Velásquez. Adicionalmente, por si eso fuese poco, Acción Democrática, el partido que había ayudado a construir, quedó dividida y debilitada (condición que mantiene hasta hoy).


En el caso de Caldera, la cosa fue quizás peor. Su obsesión por volver a la presidencia lo llevó a intentar el regreso dos veces: en 1983 y en 1993. En ese empeño se llevó por delante a una brillante generación de líderes democrata cristianos y a su propio partido (Copei fue la única agrupación política importante de la democracia que no necesitó que Chávez lo volviera polvo cósmico, su propio fundador y líder se encargó de hacerlo).


Desde la óptica del ciudadano común, ni Pérez ni Caldera necesitaban de un nuevo período presidencial para tener el reconocimiento de los venezolanos y un lugar cimero en la historia. Ambos gozaban de un enorme reconocimiento internacional. Eran ejemplo de América Latina para el mundo en un lapso en el que el continente estaba plagado de dictaduras. Detentaban el honor de ser senadores vitalicios del país, no estaban expuestos a los avatares de la economía, eran recibidos con honores por jefes de Estado y de Gobierno y tenían peso propio en las internacionales socialdemócrata y democratacristiana. El resultado de insistir en la búsqueda del poder afectó incluso la valoración de grandes estadistas que ya se habían ganado. ¿Qué los llevó a tomar esa ruta que los condujo a su disminución? La locura por el poder.


En la actualidad, Venezuela atraviesa una situación aún más difícil por el empeño de su Presidente en mantenerse aferrado al mando. Muy distintas serían las cosas si, en 2011, cuando se detectó su enfermedad, Hugo Chávez hubiese decidido lo que cualquier otro ser que no estuviese afectado por el poder habría hecho: tomarse el tiempo que fuese necesario para someterse a tratamiento, apartarse del estrés de gobernar y delegar sus funciones presidenciales y, por supuesto, no exponerse al descomunal esfuerzo que demanda una campaña electoral.


De haber sido así quizás nada distinto habría ocurrido; su sustituto podría haber obtenido el triunfo y él no estaría en la situación delicada en la que se encuentra. Aun en el caso de haber sido derrotado (asunto para nada inédito, pasa con frecuencia en todas las democracias), es obvio que su situación personal y la del país serían mejores de no haber persistido en su aspiración. De nuevo la locura por el poder.


Desde 1959, el heroísmo del Presidente, o un nivel de esfuerzo anormal de su parte, ha estado presente en el imaginario colectivo. Los presidentes venezolanos, por ejemplo, no toman vacaciones y tal vez sean los únicos que no lo hacen. La idea del sacrificio en el cargo los presiona. No es de extrañar entonces que los presidentes del país no se comporten como administradores sino como progenitores (“taita”) de la patria, dispuestos y llamados a dar la vida por ella.


Desde los primeros días de la nacionalidad, los venezolanos quieren seguir a un héroe, a un hombre que bizarramente se autodestruya en función de sus creencias o aspiraciones y de las expectativas de su gente. No importa si al hacerlo también se llevan por delante la estabilidad política del país. Ese ha sido un sino nacional y, al parecer, nada se puede hacer para convencernos de lo contrario, pero sí que se podrían establecer ciertas previsiones contra esa maligna fascinación. La no reelección absoluta podría ser una ellas.