Entrampados por el odio comunista.
POR:ARCANGEL VULCANO.
Este es un artículo, basado en la obra del reverendo sacerdote católico José Francisco Corta (1.962) titulada “Frente al Comunismo Ateo”, realizo en parte una reseña contextual con mi humilde toque personal, y sin autorización del autor; si encuentran alguna similitud con la actual circunstancia, confieso sinceramente que no es una mera casualidad.
Sostenía el reverendo Corta: “Si el Comunismo es “peste”, “falsa redención”, “veneno” y “duro yugo”, como dicen los Sumos Pontífices, ¿Por qué avanza tanto?, ¿cuál es el secreto de su éxito? ”. He aquí varias razones, que consideramos esenciales para respondernos:
En virtud de que el Comunismo es una escuela prodigiosa de arribismo, y hay muchos degenerados que quieren subir muy alto, sin importar los medios. Para un grupo de seres ambiciosos y resentidos, frustrados en sus ideales de poder por otros medios, el Comunismo les resulta una carrera muy provechosa. De ahí “el frenesí” de no pocos inescrupulosos “revolucionarios” por transitar esa vía. Igualmente, en su gran mayoría, ellos no poseen caracteres comunes, sino que son seres normalmente muy curtidos en las dificultades de la vida, usan sus mejores talentos para trabajar en el avance de la revolución. Tan expandido mecanismo de propaganda y agitación no podría desplegarse, si no estuvieran conduciéndolos “líderes” muy bien dotados y espectacularmente ambiciosos.
El éxito, por medio de la venganza y aplastamiento de algunos explotadores del pueblo, le brinda grandes posibilidades a la revolución comunista. El odio fomentado con gran despliegue de audacia es cómo un fuego encendido junto a gasolina, que puede auspiciar enormes explosiones sociales. Varias de las ejecuciones a inocentes indefensos, llevadas a cabo por fanáticos adoctrinados y enfurecidos, practicadas en distintas partes del mundo en revueltas sociales, dirigidas por comunistas, han provenido de provocar artificialmente las iras populares. La humanidad ha sido testigo de esas absurdas venganzas populares, que tienen un poderoso impacto en las muchedumbres, que son usadas como instrumento de lucha. Es mil veces más sencillo empujar a las masas enardecidas al bandidaje, el saqueo, al despojo de los acaudalados, es simple alentar el odio hacia la denominada oligarquía, provocar reacciones de venganza hacia los etiquetados como explotadores, el odio hacia los capitalistas. La tesis del paredón petrifica de temor a los inocentes y exalta las bajas pasiones de los manipulados desposeídos, las masas que son presa de los mensajes de sus líderes benefactores, quienes han venido a salvarlos de tantas injusticias. Definitivamente el empleo del terror es sin duda la principal arma de lucha que emplean los comunistas para conquistar adeptos y fanáticos seguidores.
El espejismo de algunos éxitos rojos en la ciencia, economía y tecnología bélica ha conmovido la fe de no pocos intelectuales. El poderío militar, los proyectiles continentales, las bombas atómicas, el haber llegado a ser superpotencia, son éxitos que tienen perfecta explicación en la grandeza material de un imperio como el Soviético (ya caído), pero que continúa agazapado, y discretamente ejerciendo su maléfica influencia entre los pueblos democráticos, sin disimularlo, negociando toda clase de armamento bélico que fomentan las guerras fraticidas entre los pueblos.
Las luminosas ofertas que encandilan, y que realizan los comunistas para conquistar y reclutar ingenuos adeptos. Su Santidad el Papa Pío XI, exclama como causa del despliegue comunista: “Es a base de engaño como triunfan”. Para captar la atención popular, se infiltran en todas partes, en los gremios, en los sindicatos, se relacionan con los obreros (el proletariado), los campesinos, los estudiantes, los profesores universitarios, los maestros, los militares, los profesionales, los artistas, los comerciantes; llegando a adquirir un perfecto conocimiento de lo que el pueblo percibe, desea, y a lo que aspira. En un primer momento, durante la etapa de captación, fingen preocuparse por sus intereses, por eliminar los atropellos ciertos, producidos por los explotadores, ofrecen erradicarlos y obtener una justa repartición de las riquezas. Se apersonan como los salvadores, los Mesías del pueblo. Auspician y fomentan deliberadamente los conflictos laborales, aupando el anti norteamericanismo, atizando anticapitalismo y el antiimperialismo, verdadera razón –de acuerdo a ellos- de todas la calamidades; propician hasta el paroxismo el odio contra los ricos. Obtienen varios éxitos y reivindicaciones para el pueblo. En consecuencia, obtienen prestigio de que trabajan sinceramente por el beneficio colectivo.
“Una vez que ellos han llegado a conquistar el sentimiento popular, pueden enderezar al pueblo hacia metas las más espantables. En momentos de desesperación, hábilmente provocados por los mismos comunistas, los pueblos exasperados se hacen aliados aun del mismo diablo. El Comunismo no trata de resolver los problemas obreros, pero sí de aprovecharse del malestar social para enrumbar al pueblo a la revolución” (José Francisco Corta). Y según atinada reflexión de Maquiavelo, “los hombres son tan simples y tan débiles, que el que quiera, encuentra fácilmente cándidos”. Decía muy bien Monseñor Ancel: “No nos hagamos ilusiones. La mayor parte de las personas, no admiten una teoría porque sea verdadera, sino porque les agrada. Es una miseria humana, pero es casi universal”. Las masas, sacudidas por expertos agitadores, no temen en arrojarse a los abismos de degradación en períodos de crisis, hambre, huelgas y miseria. Los comunistas conocen muy bien la técnica de las promesas deslumbradoras, que no van a cumplir.
Las multitudes se encuentran muy propensas a caer en la trampa de la ideología comunista por la proliferación de la pobreza, de su miserable estado de abandono, en la que ha caído, como consecuencia del fracaso de muchos regímenes de inspiración aparentemente liberal, por la aplicación de políticas económicas inhumanas, que han fracasado al no llenar las inmensas expectativas que generaron entre densos sectores de la población paupérrimos, desencantados, y olvidados a su suerte, por políticos y líderes demagogos, inmorales, corruptos seudo democráticos, que prefirieron aplicar políticas macroeconómicas neoliberales, explosivas y hambreadotas, siguiendo al pie de la letra las reglas capitalistas del mercado, sacrificando a sus pueblos a la más espantosas privaciones, y convirtiéndolos en caldo de cultivo para que dirigentes comunistas disfrazados de demócratas, muy populistas, aún peores que aquellos, los conviertan en objetos de sus ambiciones, entrampándolos con el odio comunista, para usarlos a favor de la expansión y despliegue de sus proyectos políticos. Decía Pío XI al respecto: “No hay que maravillarse de que en un mundo tan hondamente descristianizado se desborde el error comunista”. En un medio tan descristianizado, los comunistas obtienen con mayor facilidad cualquier clase de connivencia cómplice de individuos proclives al delito; sus importantes logros son causa fundamentalmente de serias traiciones, fraguadas por sujetos deshumanizados, que no se sonrojan cuando les toca venderse al mejor postor, quienes son presas fáciles en razón de su codicia o por su cobardía.
La publicidad sagaz y habilidosa es otro de los eficaces mecanismos de adoctrinamiento, ideologización y reclutamiento comunista. Esta propaganda es inescrupulosamente mal intencionada; obstinadamente pertinaz, despiadadamente permanente, interminable, y arteramente optimista. El Papa Pío XI la calificó así: “Propaganda verdaderamente diabólica, cual el mundo tal vez ha conocido”, “propaganda dirigida desde un solo centro”; “adaptada habilísimamente a las condiciones de los diversos pueblos”; “que dispone de grandes medios económicos, de gigantescas organizaciones, de congresos internacionales, de innumerables fuerzas bien adiestradas”; “que penetra poco a poco en todos los medios aun en las poblaciones más sanas”.
La silenciosa pero artera conspiración internacional, realizada por buena parte de la prensa mundial no católica, otorga, facilita y permite una importante contribución al Comunismo internacional; porque hace silencio cómplice de sus planes y atrocidades. Su santidad El Papa Pío XI sostenía que esa conspiración del silencio “está apoyada por varias fuerzas ocultas, que desde hace tiempo tratan de destruir el orden social cristiano.
En Venezuela pareciera estarce desarrollando progresivamente un plan milimétricamente fraguado, se nos presenta edulcorado como socialismo del siglo 21, pero que sistemáticamente siembra el odio entre las clases sociales y fomenta la división de los venezolanos para implementarnos un sistema de corte realmente comunista por etapas, por fases, previa inoculación peligrosísima del mortal y diabólico virus del odio entre hermanos de un mismo pueblo; pareciera que estuviéramos entrampados por el odio comunista, siendo víctimas de un gran engaño.
Este es un artículo, basado en la obra del reverendo sacerdote católico José Francisco Corta (1.962) titulada “Frente al Comunismo Ateo”, realizo en parte una reseña contextual con mi humilde toque personal, y sin autorización del autor; si encuentran alguna similitud con la actual circunstancia, confieso sinceramente que no es una mera casualidad.
Sostenía el reverendo Corta: “Si el Comunismo es “peste”, “falsa redención”, “veneno” y “duro yugo”, como dicen los Sumos Pontífices, ¿Por qué avanza tanto?, ¿cuál es el secreto de su éxito? ”. He aquí varias razones, que consideramos esenciales para respondernos:
En virtud de que el Comunismo es una escuela prodigiosa de arribismo, y hay muchos degenerados que quieren subir muy alto, sin importar los medios. Para un grupo de seres ambiciosos y resentidos, frustrados en sus ideales de poder por otros medios, el Comunismo les resulta una carrera muy provechosa. De ahí “el frenesí” de no pocos inescrupulosos “revolucionarios” por transitar esa vía. Igualmente, en su gran mayoría, ellos no poseen caracteres comunes, sino que son seres normalmente muy curtidos en las dificultades de la vida, usan sus mejores talentos para trabajar en el avance de la revolución. Tan expandido mecanismo de propaganda y agitación no podría desplegarse, si no estuvieran conduciéndolos “líderes” muy bien dotados y espectacularmente ambiciosos.
El éxito, por medio de la venganza y aplastamiento de algunos explotadores del pueblo, le brinda grandes posibilidades a la revolución comunista. El odio fomentado con gran despliegue de audacia es cómo un fuego encendido junto a gasolina, que puede auspiciar enormes explosiones sociales. Varias de las ejecuciones a inocentes indefensos, llevadas a cabo por fanáticos adoctrinados y enfurecidos, practicadas en distintas partes del mundo en revueltas sociales, dirigidas por comunistas, han provenido de provocar artificialmente las iras populares. La humanidad ha sido testigo de esas absurdas venganzas populares, que tienen un poderoso impacto en las muchedumbres, que son usadas como instrumento de lucha. Es mil veces más sencillo empujar a las masas enardecidas al bandidaje, el saqueo, al despojo de los acaudalados, es simple alentar el odio hacia la denominada oligarquía, provocar reacciones de venganza hacia los etiquetados como explotadores, el odio hacia los capitalistas. La tesis del paredón petrifica de temor a los inocentes y exalta las bajas pasiones de los manipulados desposeídos, las masas que son presa de los mensajes de sus líderes benefactores, quienes han venido a salvarlos de tantas injusticias. Definitivamente el empleo del terror es sin duda la principal arma de lucha que emplean los comunistas para conquistar adeptos y fanáticos seguidores.
El espejismo de algunos éxitos rojos en la ciencia, economía y tecnología bélica ha conmovido la fe de no pocos intelectuales. El poderío militar, los proyectiles continentales, las bombas atómicas, el haber llegado a ser superpotencia, son éxitos que tienen perfecta explicación en la grandeza material de un imperio como el Soviético (ya caído), pero que continúa agazapado, y discretamente ejerciendo su maléfica influencia entre los pueblos democráticos, sin disimularlo, negociando toda clase de armamento bélico que fomentan las guerras fraticidas entre los pueblos.
Las luminosas ofertas que encandilan, y que realizan los comunistas para conquistar y reclutar ingenuos adeptos. Su Santidad el Papa Pío XI, exclama como causa del despliegue comunista: “Es a base de engaño como triunfan”. Para captar la atención popular, se infiltran en todas partes, en los gremios, en los sindicatos, se relacionan con los obreros (el proletariado), los campesinos, los estudiantes, los profesores universitarios, los maestros, los militares, los profesionales, los artistas, los comerciantes; llegando a adquirir un perfecto conocimiento de lo que el pueblo percibe, desea, y a lo que aspira. En un primer momento, durante la etapa de captación, fingen preocuparse por sus intereses, por eliminar los atropellos ciertos, producidos por los explotadores, ofrecen erradicarlos y obtener una justa repartición de las riquezas. Se apersonan como los salvadores, los Mesías del pueblo. Auspician y fomentan deliberadamente los conflictos laborales, aupando el anti norteamericanismo, atizando anticapitalismo y el antiimperialismo, verdadera razón –de acuerdo a ellos- de todas la calamidades; propician hasta el paroxismo el odio contra los ricos. Obtienen varios éxitos y reivindicaciones para el pueblo. En consecuencia, obtienen prestigio de que trabajan sinceramente por el beneficio colectivo.
“Una vez que ellos han llegado a conquistar el sentimiento popular, pueden enderezar al pueblo hacia metas las más espantables. En momentos de desesperación, hábilmente provocados por los mismos comunistas, los pueblos exasperados se hacen aliados aun del mismo diablo. El Comunismo no trata de resolver los problemas obreros, pero sí de aprovecharse del malestar social para enrumbar al pueblo a la revolución” (José Francisco Corta). Y según atinada reflexión de Maquiavelo, “los hombres son tan simples y tan débiles, que el que quiera, encuentra fácilmente cándidos”. Decía muy bien Monseñor Ancel: “No nos hagamos ilusiones. La mayor parte de las personas, no admiten una teoría porque sea verdadera, sino porque les agrada. Es una miseria humana, pero es casi universal”. Las masas, sacudidas por expertos agitadores, no temen en arrojarse a los abismos de degradación en períodos de crisis, hambre, huelgas y miseria. Los comunistas conocen muy bien la técnica de las promesas deslumbradoras, que no van a cumplir.
Las multitudes se encuentran muy propensas a caer en la trampa de la ideología comunista por la proliferación de la pobreza, de su miserable estado de abandono, en la que ha caído, como consecuencia del fracaso de muchos regímenes de inspiración aparentemente liberal, por la aplicación de políticas económicas inhumanas, que han fracasado al no llenar las inmensas expectativas que generaron entre densos sectores de la población paupérrimos, desencantados, y olvidados a su suerte, por políticos y líderes demagogos, inmorales, corruptos seudo democráticos, que prefirieron aplicar políticas macroeconómicas neoliberales, explosivas y hambreadotas, siguiendo al pie de la letra las reglas capitalistas del mercado, sacrificando a sus pueblos a la más espantosas privaciones, y convirtiéndolos en caldo de cultivo para que dirigentes comunistas disfrazados de demócratas, muy populistas, aún peores que aquellos, los conviertan en objetos de sus ambiciones, entrampándolos con el odio comunista, para usarlos a favor de la expansión y despliegue de sus proyectos políticos. Decía Pío XI al respecto: “No hay que maravillarse de que en un mundo tan hondamente descristianizado se desborde el error comunista”. En un medio tan descristianizado, los comunistas obtienen con mayor facilidad cualquier clase de connivencia cómplice de individuos proclives al delito; sus importantes logros son causa fundamentalmente de serias traiciones, fraguadas por sujetos deshumanizados, que no se sonrojan cuando les toca venderse al mejor postor, quienes son presas fáciles en razón de su codicia o por su cobardía.
La publicidad sagaz y habilidosa es otro de los eficaces mecanismos de adoctrinamiento, ideologización y reclutamiento comunista. Esta propaganda es inescrupulosamente mal intencionada; obstinadamente pertinaz, despiadadamente permanente, interminable, y arteramente optimista. El Papa Pío XI la calificó así: “Propaganda verdaderamente diabólica, cual el mundo tal vez ha conocido”, “propaganda dirigida desde un solo centro”; “adaptada habilísimamente a las condiciones de los diversos pueblos”; “que dispone de grandes medios económicos, de gigantescas organizaciones, de congresos internacionales, de innumerables fuerzas bien adiestradas”; “que penetra poco a poco en todos los medios aun en las poblaciones más sanas”.
La silenciosa pero artera conspiración internacional, realizada por buena parte de la prensa mundial no católica, otorga, facilita y permite una importante contribución al Comunismo internacional; porque hace silencio cómplice de sus planes y atrocidades. Su santidad El Papa Pío XI sostenía que esa conspiración del silencio “está apoyada por varias fuerzas ocultas, que desde hace tiempo tratan de destruir el orden social cristiano.
En Venezuela pareciera estarce desarrollando progresivamente un plan milimétricamente fraguado, se nos presenta edulcorado como socialismo del siglo 21, pero que sistemáticamente siembra el odio entre las clases sociales y fomenta la división de los venezolanos para implementarnos un sistema de corte realmente comunista por etapas, por fases, previa inoculación peligrosísima del mortal y diabólico virus del odio entre hermanos de un mismo pueblo; pareciera que estuviéramos entrampados por el odio comunista, siendo víctimas de un gran engaño.
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