La activista y dirigente de la oposición, miembro de la MUD, no tiene la menor duda en que el régimen político vigente atraviesa una decadencia que ya es irreversible. Asegura que "lo que apareció en Andorra es la punta de un iceberg"; apuesta por la activación de mecanismos constitucionales para salir de la crisis y considera improbable un escenario de guerra civil. Machado opina que, con sus problemas, la unidad de la Oposición en las parlamentarias se va a concretar.
Desde hace unos cuatro años, varios sectores de la Oposición, incluyéndola a usted, han anunciado la aproximación de una transición política en Venezuela. Lo cierto es que tal circunstancia no termina de concretarse.
Pienso que la transición en Venezuela ya comenzó.
¿Eso no lo ha dicho antes?
Nunca se habían generado señales tan evidentes como las que hoy existen. Luego de los eventos del 2014, al mundo le quedó completamente clara cuál es la naturaleza del régimen. La comunidad internacional entendió que el de Maduro es un régimen represor, dispuesto a no rendir cuentas de sus excesos y a violar de manera masiva los Derechos Humanos para poder sostenerse en el poder. El otro elemento, pienso, es que se demostró que hay una fuerza enorme en la ciudadanía que asume que la movilización es un instrumento indispensable para afrontar un régimen, que, sin dudas, constituye una dictadura que ha logrado cubrirse con las formas legales. Yo te pregunto ahora: ¿dónde estamos hoy? Han secuestrado a Antonio Ledezma y lo tienen preso; aparecen nuevas evidencias de la podredumbre en el chavismo, con los casos de legitimación de capitales, en Andorra y España; hay denuncias sobre narcotráfico hechas por un oficial activo de las Fuerzas Armadas, muy cercano a los círculos del poder. Lo de Andorra, te lo puedo asegurar, es la punta de un iceberg. Maduro acaba de ser habilitado por la Asamblea Nacional, y eso será para seguir reprimiendo. Ha muerto Rodolfo González en los calabozos del Sebin. En la comunidad internacional, tenemos el incidente diplomático con Uruguay, el distanciamiento de sus aliados; el descrédito total del gobierno y de Maduro en casi todas las esferas. En 2014, no había tenido lugar la reunión de los estados de PetroCaribe con Joe Biden; ni la resolución 8610, del general Padrino, que es muy inquietante, y que habla de un estado de cosas. Para algunas personas, ese es un "mensaje a García" enviado a los colectivos armados. El año pasado no había tenido lugar la intervención de Farmatodo ni las de Día a Día; ni las sanciones de Estados Unidos a funcionarios y familiares del gobierno, vinculados a casos de corrupción; ni las declaraciones de Giordani –"Venezuela es el hazmerreír de América Latina en economía"– que, aparte del cinismo que evidencian, son una expresión de inconformidad extendida. No olvidemos las expresiones del señor Chaderton, que reflejan con tanta claridad odio, crueldad e impunidad. Este es el colapso de un estado mafioso. Tenemos que interpretar las señales del entorno. Hay un proceso que se acelera, con implicaciones económicas, sociales y políticas, con un margen de aproximación, un riesgo importante de que terminemos padeciendo una verdadera crisis humanitaria. Uno no sabe si el señor Maduro, al tomar decisiones como estas, está buscando acelerar su propio final, o si se trata exclusivamente de la incompetencia e ignorancia de estas personas. El caso de Ledezma, y el asesinato de Kluivert Roa, han desatado una condena mundial en contra de Venezuela.
¿Todo lo que usted ha enumerado es suficiente para aludir la existencia de una situación terminal de Nicolás Maduro en el poder? Algunos dirigentes discrepan de esa interpretación.
Irreversible. La transición avanza, pero, además, en estas circunstancias, se acelera. Fundamento lo que afirmo en tres aspectos. En la Opinión Pública: las encuestas de enero ya son viejas si medimos el pulso de lo que pasa. Maduro pierde popularidad con el paso de cada día. Ellos lo saben. Mi experiencia personal, en los recorridos que hicimos en El Tigre, Barcelona, Anaco, ahora en la Costa Oriental del Lago, fue conmovedora. Se siente la desesperación. La gente tiene la tragedia a flor de piel. Tres mil personas congregadas en el Tigre, casi 2 mil en Ciudad Ojeda, sin televisión, sin promoción, sin recursos, sin convocatoria previa. Toda la Unidad presente, partidos y sectores sociales. Nos estamos aproximando a un consenso: el de la crisis. En segundo lugar, el propio Oficialismo. Sus contradicciones, las tensiones internas que son profundas y evidentes. Como me dijo una vez Gabriel Puerta Aponte: "los pactos de mafias lucen estables, pero son muy frágiles, una vez que sus intereses comienzan a chocar". Y en tercer lugar, el plano internacional, que está cambiando. Maduro ha quedado sólo. Los Castro lo traicionaron: Maduro se enteró en Argentina, en tiempo real, de un acuerdo que tenía una gestación de 18 meses. La Comunidad Internacional ha pactado tradicionalmente con este gobierno por intereses diplomáticos estratégicos. Pensando sobre todo en la estabilidad del país, que es un tema que les importa mucho. Finalmente, han entendido que Maduro es el caos, que este régimen, con sus decisiones y su talante, está llevando a Venezuela a la anarquía. Además, se acabó la plata: ya no pueden tener en nómina a países enteros, fundaciones, plataformas de propaganda que les beneficiaban.
Se ha puesto de moda una cierta percepción según la cual, aún si todo eso fuera verdad, el chavismo gobernará en minoría y se saldrá con la suya, incluso más allá de 2019. La narrativa de la desesperanza.
Efectivamente, hay un sector del país que está muy agobiado. La crueldad, el cinismo, la ausencia de escrúpulos del régimen es tal, que ha quedado como Defensor del Pueblo un señor como Tarek William Saab, que tiene denuncias por violación de Derechos Humanos cuando estaba al frente de la Gobernación de Anzoátegui. Nos humillan y abofetean a diario; son 16 años de lucha. Lo que la gente está exigiendo en Venezuela es una cosa: una ruta creíble para una transición a la democracia, en paz y oportuna.
¿Eso no fue La Salida?
Si, ese fue su espíritu. Por esto tuvo la acogida y creo la esperanza que generó en su momento. Estremeció a este país y al mundo; puso en relieve el drama venezolano.
Para algunos sectores de la Oposición, La Salida fue un fracaso y una total equivocación, que al final no logró su cometido, en medio de tantos muertos y heridos.
Cada muerte es un dolor infinito. Nada justifica ni una muerte. Pero la violencia, la tortura y la represión las produce el régimen. Hay que dejar la parsimonia, la indulgencia. Es una cuestión de dignidad. Cambiar las cosas en Venezuela no es una opción, es una obligación moral. Venezuela está tomada por mafias en todos sus rincones. Desde la Guaira hasta Guiria, toda la costa venezolana se ha convertido en centro de actividades ilegales y narcotráfico. Hay contrabando de combustible cerca de Falcón; piratas de mar que asesinan pescadores y asaltan a temporadistas. ¿Qué es la frontera, desde el Zulia a Apure? Mafias que trafican, no sólo con drogas, con comida, con armas, con personas, con muchas cosas. En la frontera sur, en Bolívar, operan grupos gangsteriles del carbón, del acero, del aluminio. Y el centro, en la zona sur de Aragua, pranes que asaltan caminos, cuatreros que asesinan a productores y usan armas de guerra. ¿Quién controla el estado Guárico?
Bien; pero no hubo salida. No se "salió"
No estaríamos aquí, ante la inminencia de una transición, si el pueblo venezolano no hubiese salido la calle a protestar y defender sus derechos. Estoy segura de que la historia se encargará de recoger este episodio y recordar a los héroes de esta hora. No sólo a los caídos: a los que están presos, a sus familias. Tú hablas con una Rosa Orozco, a quien le mataron a su hija Geraldine en la puerta de su casa, el 22 se cumple un año, y esa mujer no ha dejado de estar un día recordándonos a todas las madres que nuestro deber es seguir acompañando a los jóvenes hasta que este régimen salga. Habla mucho del grado de compromiso de nuestro pueblo. Yo quiero hacer un énfasis especial en eso: la inmensa confianza que yo le tengo al pueblo de Venezuela.
Una parte del pueblo de Venezuela ha perdido la confianza en el pueblo de Venezuela. Ahí se gesta la dialéctica del fracaso nacional. Que si este es un país de malandros, un caso perdido, una montonera, un proyecto que fracasó.
Yo pienso lo contrario; creo que nuestro pueblo es extraordinario. Creo mucho en la energía creadora acumulada de los venezolanos. El sindicalista de Guayana, el estudiante de Mérida, el cafetero en biscucuy, el pescador en Oriente, el emprendedor en Caracas. Yo jamás afirmaría cosas así de mi pueblo. El venezolano ha resistido con mucha tenacidad, con mucha hidalguía, con mucha consecuencia, con nobleza y con sacrificio, a una dictadura militarista mafiosa durante 16 años, que ha tenido en sus manos toda la plata del mundo, y que intentó controlar y destruir a las Fuerzas Armadas, porque ese era su verdadero objetivo.
Alguien podría acusarla usted de estar enunciado una proclama rupturista, que tiende a romper el orden constitucional contra un Presidente electo que, mal que bien, ha ganado elecciones y representa una fuerza social en el país.
La legitimidad de un régimen se alimenta, tanto de su fuente de origen, de la forma como obtiene el poder, como también sobre el cómo lo ejerce y sobre cuales son sus fines. El caso del señor Maduro, en las tres dimensiones que definen un régimen democrático, está absolutamente al descubierto. Su legitimidad, para comenzar, está seriamente cuestionada. Desde el 14 de abril, mi posición ha sido siempre que se robó las elecciones. Punto. Ahora, incluso para quienes argumentan que sí las ganó, en estos dos años, tanto en su ejercicio como en el fin ulterior, ha demostrado presidir un régimen político totalitario, como lo ha denunciado la Iglesia Católica, violador de los Derechos Humanos, de la Constitución, corrompido hasta la médula, y además, totalmente incapaz de gobernar, de atender incluso esta grave coyuntura. El país se aproxima al colapso total. Por eso es que yo sostengo hoy, y esto es central, en un país el cual más un 80 por ciento de su población está sencillamente desesperada ante su situación personal, con pacientes que mueren de enfermedades que se pueden tratar, por el estado del sistema de salud pública, por la escasez, porque no hay tratamientos para el cáncer, para el sida, para las operaciones coronarias, para la diálisis; o porque no hay medicinas, o le dan a un enfermo la medicina equivocada; que si nosotros, si el liderazgo civil del país, no sólo el político, no es capaz de presentarle al país una propuesta creíble para recuperar la democracia, la libertad plena, con soluciones constitucionales, cívicas y oportunas a este drama, si no atendemos el llamado del pueblo, digo, este pueblo puede terminar escuchando otra cosa. Atendiendo a otra solución. Somos corresponsables de que esa solución oportuna no termine llegando por una vía que nadie está esperando.
Si en Venezuela llega a producirse un hecho de fuerza, el país se aproximaría al riesgo de la violencia extendida. Preservar los mecanismos incruentos y legales debería ser una prioridad.
Yo no veo un escenario de guerra civil en Venezuela. De verdad, es lo que siento. Eso no está en el espíritu de los venezolanos. Eso es lo que el régimen intenta promover; poner a la gente en las colas a pelearse. Confío mucho que, tanto los venezolanos como nuestras Fuerzas Armadas, entendemos que tenemos la obligación de buscar una transición a la democracia en paz, que es responsabilidad de todos. Nosotros hemos planteado el desarrollo de una transición hacia la conquista de la democracia, y eso se divide en tres etapas. La primera es el cambio de régimen; el arribo de un régimen de transición, y finalmente la reconstrucción de Venezuela. Para eso tenemos un programa muy profundo el Acuerdo para la Transición, producto de una amplia consulta, una agenda política, económica y social; la autonomía de poderes, el regreso de los exiliados; la reinstitucionalización del país, la profesionalización de los cargos; el fin de los controles en la economía; la protección del ingreso; la generación de empleo inmediato y la regularización de las actividades de PDVSA. Garantizar, en primer término, que la población que hoy está desprotegida sienta de forma inmediata la mejora en su calidad de vida. Acciones con efectos inmediatos mientas trabajamos lo estructural. Queremos incorporar a esa discusión a todo el país, incluyendo por supuesto al oficialismo. El pueblo oficialista formará parte de la reconstrucción nacional, sin retaliaciones.
¿En ese proceso está planteada la idea de una ruptura?
No. El camino nuestro es el de la Constitución. El primer paso es una consigna que pronto será nacional: Nicolás Maduro tiene que renunciar. En la Constitución hay un mecanismo expedito, que es el de la renuncia. El artículo 233 es muy claro: quien asume a continuación, en este caso, es el Vicepresidente. No Diosdado Cabello.
En este caso Jorge Arreaza.
O uno previamente acordado. Encargado de llevar adelante un proceso de transición, tomar algunas decisiones, y llevar al país a unas nuevas elecciones. Hay gente que te dice: "gran cosa, la renuncia es voluntaria, pero si Maduro ni quiere renunciar, no lo hará". La renuncia es voluntaria, pero impuesta por las circunstancias. Eso lo hemos visto alrededor del mundo, demócratas y dictadores que han entendido que se tienen que ir y renuncian. Cuando esa presión ciudadana se hace sentir por múltiples vías, unas son las protestas, la movilización, las opiniones; otras son las presiones dentro de las propias instituciones y el propio oficialismo. El cambio de régimen nos va a llevar a una etapa delicada y compleja, que es la transición. Venezuela necesita ayuda. El país está en ruinas; el problema que tenemos es muy serio. Basta salir del país para constatarlo; afuera la gente nos ve con lástima. Lo importante aquí es que todos sepamos que sí existe un programa para salir de la crisis, el Acuerdo para la Transición, en el cual hemos estado trabajando venezolanos de todos los sectores que aman a su patria, durante muchos meses. Que entienden que el aspecto central de la transición, la palabra mágica, es la confianza. Hacia los empleados públicos, que no habrá venganza, sino que, por el contrario, serán valorados según sus capacidades; hacia los sectores que han estado acompañando al oficialismo, que es a quienes se les ha dicho en todo momento que un cambio de régimen implicaría perseguirlos o pasar encima de ellos. Todo lo contrario; absoluta conciencia de que todos somos parte de un proyecto común. Y por supuesto, confianza hacia los sectores económicos; nacionales internacionales. Venezuela necesitará enormes inversiones, prestamos y ayudas porque está en una situación muy comprometida. Ayuda, no sólo financiera, sino probablemente, incluso, humanitaria. Esa transición a la que me refiero tiene dos grandes desafíos: garantizar la gobernabilidad y fomentar una reconciliación en la base, en el seno de la ciudadanía.
Los llamados a protestar, aunque se insista en que son pacíficos, derivan con mucha facilidad en violencia en Venezuela. Además, la última convocatoria de la Unidad a la calle no llenó las expectativas. Puede haber agotamiento en la población.
No creo que la sociedad venezolana esté agotada, no suscribo esa apreciación. La gente lo que está demandando es efectividad política. Está dispuesta a arriesgarse y a contribuir cuando ve que lo que hace es efectivo. En cualquier caso, yo reivindico esa convocatoria a que aludes. Es un primer paso en esta etapa. Vendrán nuevas situaciones. En la medida en que los ciudadanos tengamos conciencia de que existe una ruta en la cual se avanza, y que casa paso, cada consigna, cada denuncia, cada tuit, eso es muy importante también, yo no reniego de nada, nos lleva a la Venezuela que buscamos, la gente se atreverá a más. Lo que no podemos es permitir el chantaje que implica aceptar que salir a la calle, o conversar con la gente en la calle, o ir a la calle, significa convocar a la violencia.
¿Qué siente María Corina Machado cuando algunos analistas afirman que la Oposición en Venezuela no llena el vacío necesario en el país?
Yo pienso que nosotros hemos hecho un proceso de reflexión y autocrítica grande. Hemos tenido enormes aciertos y enormes errores. Enfrentando, insisto, un régimen de esta magnitud. Ahora bien, que existan dirigentes de la Oposición venezolana que, a pesar de la censura, de la campaña más destructiva de tu honor, de tu familia, donde se hacen las acusaciones más estrafalarias, como si uno fuera un monstruo que come niños, financiada, se supone, por los peores intereses del planeta, de acuerdo a lo que de forma machacona y continua dicen los dirigentes del gobierno con total impunidad, y que a pesar de eso, en este momento, los cuatro dirigentes más importantes de este país están, de acuerdo a todas las encuestas, en la Oposición, me parece un gran logro. Yo tengo como tres años que no voy a un programa de televisión. Tampoco Henrique Capriles, ni se diga Leopoldo López. Se me ha acusado de magnicidio, terrorismo, golpismo, se me ha ofendido de todas las formas, y no te dan siquiera el derecho a defenderte. En este momento, yo tengo vetado el acceso, incluso a televisoras regionales. Me pasó en Cumaná. Es fácil decir eso de que la Oposición no capitaliza. La crisis de los partidos es mundial; no me venga nadie con historias, no es una tara venezolana. A pesar de las restricciones en la divulgación de mensajes, los referentes principales del país, de acuerdo a lo que dicen todas las encuestas, son, somos, de la Unidad Democrática.
Siempre hay quien pueda temer que los sectores más endurecidos de la Oposición de pronto vayan a botar el juego en un momento en el cual se pueden lograr cosas grandes, llamando a no votar, o algo por el estilo.
Lo he dicho insistentemente. Una dictadura se enfrenta todos los días en todos los planos, incluyendo el electoral. Pero asumiendo que estás enfrentando a una dictadura, no chupándote el dedo. Toda oportunidad de movilización y lucha democrática la vamos a aprovechar. Hay que resaltar algo, acá ha habido unidad en los procesos electorales anteriores, incluyendo en las pasadas parlamentarias, unidad perfecta. Se han cometido otros errores, pero ha habido unidad. Hoy, las elecciones parlamentarias no tienen fecha. Deben ser en Diciembre. Por supuesto que vamos a ir a las elecciones parlamentarias, y las vamos a ganar. Sobre la base de lo que estamos haciendo hoy. El país necesita una solución urgente a esta situación. Lo que le debemos decir a la gente es que es la hora de luchar, que podemos lograr un cambio político, en el corto plazo, por la vía de la renuncia de Nicolás Maduro como un primer paso. Iremos a un proceso electoral y luego a una renovación de los poderes públicos.
¿Qué le parece el eje primarias acuerdos, tradicional de la MUD?
El país ha cambiado mucho, debemos entenderlo. La gente quiere ser tomada en cuenta, defender las realidades de sus regiones. La celebración de primarias generales le otorga enorme legitimidad a los candidatos, es movilizador, empodera al ciudadano y los vacuna de atajos o terceras vías. Como fuerzas democráticas, tenemos que ser coherentes. Nadie va a entender ver a los partidos de la Mesa repartiéndose cargos.
¿Puede el país esperar que la MUD acuerde definitivamente la Unidad sin fisuras de cara a las parlamentarias?
Sin duda. En eso estamos. Confío en eso. En lo personal, estoy trabajando muy duro para que así sea.
¿Las medidas tomadas por Obama no son agua para el molino del chavismo? Una excusa perfecta para arremeter contra todo en el peor momento que viven.
No hay sanciones contra el pueblo de Venezuela, y nadie concibe, porque es un disparate, que de verdad Estados Unidos vaya a tomar acciones militares contra Venezuela. Que el gobierno lo ponga en ese plano, para buscar un enemigo externo, esa es otra cosa. No es la primera vez que pasa. Aquí hay señores en el gobierno que han violado los Derechos Humanos torturando personas. Contra la tortura hay convenciones internacionales, Venezuela ha firmado esos convenios. Al hacerlo, está obligada a colaborar para esclarecer las cosas y hacer justicia. Si los Estados Unidos tienen evidencias de que existen personas que se han enriquecido indebidamente, organizando operaciones financieras oscuras, pues que lo informen. Yo, como venezolana, lo exijo: que nos lo informen. A mi me importa Venezuela y los venezolanos. Venezuela no es este gobierno.
¿Que tal si Maduro termina administrando su minoría, mientras el país sigue por el barranco, y logra capear el temporal a palo limpio? El puede decir que no será popular, pero es el Presidente.
Eso es lo que él quisiera. Su entorno, incluso el íntimo, ha entendido que eso es imposible. Venezuela no es doblegable ni silenciable. Ellos saben que si esto sigue así viene el caos generalizado, una crisis humanitaria sin precedentes en la historia. El país no se cala eso.
Maduro podría irse y no haber cambio de régimen.
Hay personas que piensan eso; yo difiero. La salida de Maduro genera el paso primero para que el resto del régimen se desmorone. El representa la única opción de liderazgo y semi-legitimidad, porque lo eligió Chávez, y porque cuenta con algunos votos. Pero esto no sostiene. Nadie puede darle continuidad a este desgobierno.