CHAPUCERÍAS BOLIVARIANAS
Enrique Viloria Vera
Un colega me pregunta si el término chapucería es tributario de El Chapo, ese personajillo cruel y grotesco que sucumbió a las tentaciones de la vanidad cinematográfica, y cuyos hijos, al decir de la canalla mediática se reunieron en la Isla de Margarita - ahora verdadera lágrima – con el eventual protagonista de la película que el Escobar de Sinaloa se merece por sus logros en la lucha contra el imperio. Dicen los deslenguados orientales nuestros, que no son los del Oriente Medio tan cercanos a nuestros universales líderes revolucionarios, que el ñero Sean estuvo protegido por el Pollo Socialista, el Gallo Rojo, el Caimán verdirojo, los aguiluchos escarlatas y la leona pelirroja a fin de que disfrutara a sus anchas de las bondades del Socialismo del siglo XXI.
DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) en mano, ese sabelotodo del idioma, ese árbitro terminológico, le respondo que chapucería no se deriva del manito Chapo, sino de chapucero, vocablo que goza de tres acepciones según el diccionario de marras, a saber:
1. f. Tosquedad, imperfección en cualquier artefacto.
2. f. chapuza (‖ trabajo mal hecho).
3. f. embuste (‖ mentira).
Pero, en fin, que es una chapucería más para un gobierno de chapuceros .Para pena propia y vergüenza ajena recordemos algunas de las célebres chapuzas de nuestro Chapucero Mayor concebidos en sus noches de insomnio: la ruta de la empanada, los gallineros verticales, las arepas socialistas, los pañales y las toallas sanitarias hechos en Revolución, el segundo puente sobe el Lago de Maracaibo, la autopista fluvial hasta Buenos Aires, el Socialismo del siglo XXI, la exhumación de los restos del Libertador, la comisión presidencial para saber quien mató a Bolívar, la totuma bolivariana, los chigüires, zamuros, culebras y caimanes desestabilizadores, las refinerías por doquier, el millarcito del BCV, el ALBA y PETROCARIBE, las mentiras prodigadas y los insultos proferidos, los regaños reales recibidos, los maletines buchones de dólares americanos, los nuevos mejores amigos convertidos en los nuevos peores enemigos, el olor a azufre en la ONU, la conjugación del verbo adquerir (sic), y paremos de contar para que nuestro desconsuelo no sea mayor.
El Designado, por su parte, más tosco y menos imaginativo, tiene sin embargo varias chapuzas en su haber, el Ministerio de la Agricultura Urbana, los sicarios para todo lo que pase, los reiterados insultos a Uribe y Santos, el cierre de las fronteras con Colombia, el Decreto para decretar una emergencia económica que ya existe menos para los cabecillas de la Revolución Bolivariana, y una chapuza de alcance universal: El Comandante Supremo convertido en pajarito que le habla quedamente a su oído.
Lástima que el gran Borges ya no esté con nosotros, aunque es posible que desde la eternidad esté escribiendo La Historia Universal de la Chapuza.
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