Tomás Straka: "Luego de 20 años nos quedó una gran devastación", por Hugo Prieto
Por Hugo Prieto | 17 de julio, 2016
Tomás Straka retratado por Roberto Mata
A partir del jueves 21 de julio, en horas del mediodía, Tomás Straka se incorpora como individuo de número a la Academia Venezolana de la Historia. Toda nueva generación escribe, una vez más, la historia de Bolívar. ¿De qué otra forma se le podría dar continuidad al hombre que está detrás del proceso histórico de Venezuela?
Tomás Straka hizo su contribución con el libro La Épica del Desencanto: Bolivarianismo, Historiografía y Política en Venezuela. Uno de sus capítulos constituye una semblanza histórica del gobierno del general Eleazar López Contreras. A partir de ese hito, Prodavinci le ha propuso a Straka que hiciera una disección de la relación simbiótica que hay entre Estado y sociedad. El resultado es un alto contraste, cuya conclusión no nos deja bien parados.
Una mirada sobre la presidencia, digamos, sobrevenida del general Eleazar López Contreras permitiría hacer varios hallazgos. Uno de ellos sería la conversión del Estado autoritario, fabricado por el general Juan Vicente Gómez a su medida, en un Estado neutral frente a la conflictividad social que había en Venezuela. Pero también es un Estado que crea un escenario para democratizar a la sociedad venezolana. Allí estaba el germen de una transición, ¿Qué parecido tiene esa etapa con lo que estamos viviendo hoy?
Yo no diría que con López Contreras el Estado se vuelve neutral. Todo lo contrario, adquiere una participación enorme en la vida venezolana, mucho mayor de la que tenía antes. Lo que ocurre es que el Estado se institucionaliza, bajo un modelo liberal republicano, bajo unas normas que garantizan que cada cual puede desarrollar sus proyectos, siempre y cuando se mantengan dentro de unos marcos jurídicos y políticos. Es el salto del "gendarme necesario", de un hombre, Juan Vicente Gómez —como lo llamó Laureano Vallenilla—a un Estado que es más institucional. Desde 1811, y durante más de 100 años, el gran anhelo en Venezuela fue construir un estado republicano. Esa fue la gran tarea y uno de los grandes sueños de esa época. Para hacer, por ejemplo, una paella, tienes que tener todos los ingredientes que el plato lleva. Y si tienes los ingredientes, pero no tienes el talento, tampoco puedes hacerlo. Es el mismo problema para que un Estado funcione —y esto ocurre absolutamente con cualquier cosa—. Creo que esta metáfora, este símil, viene muy a propósito por lo que estamos viviendo en Venezuela. A veces queremos hacer cosas y no podemos. Los venezolanos no teníamos cómo hacer el Estado.
Juan Vicente Gómez también organiza el Estado. Venezuela pasa de ser un país agrícola a un país petrolero y ese hecho es evidente a final de su mandato. Organiza, además, varias funciones del Estado, entre otras, la unidad del Ejército.
Sí, las organiza a su medida, en lo que puede y como lo entiende. Pero los roles que el Estado no puede cumplir, porque es muy débil, los asume el caudillo. Ciertamente, después de 27 años de dictadura terminan de sentarse las bases del Estado en Venezuela, aunque hoy lo veríamos muy rudimentario. Obviamente, no es Estado democrático, aunque sí liberal, en ciertos aspectos, en lo económico, en la legislación. Se podría decir dos cosas. Una, se crea un Estado que se aproxima a la modernidad. Y dos, el heredero de Gómez no es otro caudillo, es un Estado. López Contreras llega al poder, no porque sea un hombre particularmente carismático, o porque tenga un particular liderazgo, no es un caudillo. No. Él llega al poder porque tiene bajo su control a las Fuerzas Armadas, que ya son una institución del Estado.
López Contreras llega al poder y se encuentra no ya con la generación de estudiantes (año 28), sino con políticos profesionales que están canalizando la gran demanda de la sociedad venezolana. Hay que romper con el pasado y democratizar al Estado. Pero eso no es posible si no se crea un nuevo cuerpo social a partir de los recursos del petróleo. Ese mismo planteamiento, de alguna manera, lo hace Hugo Chávez. ¿Cómo es que transcurren 100 años y ese planteamiento sigue siendo una gran pulsión en la sociedad venezolana?
Lo podemos ver de esta manera. Se trata de la construcción de un Estado moderno en dos etapas distintas de su desarrollo. Hay gente que dice que la historia se repite, no me voy a meter con eso, en este caso estamos hablando de la misma historia en dos momentos de su desarrollo. Es decir, hay cosas que a uno lo abandonan completamente, pero hay otras que lo acompañan toda la vida. Eso que se llama la ruptura y la permanencia de la historia, pero volvamos a la pregunta. ¿Qué ocurre en 1936? La sociedad venezolana tiene unas demandas porque está cambiando y siente que el Estado las puede cumplir. En ese año hay una absoluta novedad: El Estado tiene dinero, tiene recursos y eso no ocurría antes. Una de las diferencias fundamentales con el siglo XIX es que después del petróleo, los venezolanos dejaron de preguntarse. ¿De dónde saldrá el dinero? ¿Quién va a pagar esto? Ese es un dato importante. Es una aproximación completamente distinta a lo que es la vida.
¿Qué deformaciones culturales, sociopolíticas, hasta históricas, trae el hecho de que los venezolanos tenemos más de 100 años sin preguntarnos de dónde va a salir el dinero?
La primera es una enorme debilidad en la sociedad civil. Una sociedad que no es adulta. Y esa es una de las grandes rémoras que hemos tenido para consolidar la democracia en Venezuela. Hay dos cosas que diferencia a un niño de un adulto. La primera es que tú eres responsable de tus actos. La segunda, es que tú eres capaz de mantenerte por ti mismo. Mientras no seas capaz de mantenerte por ti mismo, tú estás bajo la tutela de alguien; bien de tus padres cuando eres un muchacho o bien de las monjitas que te cuidan en el asilo. Para hablar, en este caso, de dos momentos de tu vida. Eso limita la capacidad para que puedas ejercer tu libertad.
Uno de los planteamientos de Betancourt, en los tiempos de ORVE, es que Venezuela no podía alcanzar la independencia económica, mientras el subsuelo siguiera bajo control de las trasnacionales del petróleo. Y se mantuvo firme en ese planteamiento (por algo se fundó la OPEP en 1960), ¿Cómo es que sus sucesores permitieron que llegara Hugo Chávez y los tildara como agentes del Imperio?
¡Ah! El discurso de Chávez no arranca en la campaña electoral del año 98, el discurso de Chávez lo precede a él y forma parte de una tradición que sostenía la izquierda venezolana, en la década del 60. Pero el antecedente es más remoto y parte de esa aspiración que marcó la década del 30, en la cual la sociedad venezolana se planteó el desafío de construir su propio destino —una idea esencial de la democracia: No puedo ser dueño de mi destino, si lo pongo en manos de otra persona— y eso sólo era posible si se libraba de dos tutelajes. El que ejerció Gómez (y el de otros probables caudillos) y el de las compañías petroleras, que tenían el control de la economía. Betancourt entiende que la sociedad venezolana no tiene la capacidad financiera, la capacidad técnica y la capacidad gerencial para asumir el control de la inria petrolera. Pero sí plantea otro tipo de relación (la mayor participación del Estado vía impositiva). Es la visión de la izquierda nacionalista, que entendía los cambios de forma gradual y a través de un conjunto de negociaciones. Pero también estaba la visión de la izquierda comunista. No, señores, esto hay que cortarlo de raíz y la única forma de que la nación venezolana sea libre es que el pueblo, a través del Partido Comunista, que a su vez controla el Estado, tenga todo en sus manos y lleve eso adelante. Esta es la foto del año 36.
Tomás Straka retratado por Roberto Mata
¿Como parte de la continuidad histórica de ese proceso cuál sería la foto en 1960, digamos, para ubicarnos en la reanudación del proyecto democrático?
Hay un agregado adicional: la Guerra Fría. Venezuela es parte del campo de batalla y mucho de lo que estamos viviendo hoy es consecuencia de esa guerra, incluido el discurso de Hugo Chávez. Aquellos que no rompían en forma definitiva con las empresas extranjeras, aquellos que no rompían en forma definitiva con Occidente, aquellos que no lo habían nacionalizado todo, era unos reformistas, unos agentes del imperialismo, ese es el discurso del partido comunista y ahí es donde se inserta el discurso de Hugo Chávez. ¿Por qué hay tantas dificultades con la OPEP y con Juan Pablo Pérez Alfonzo? Resulta que a partir de los años 60, Betancourt hace una alianza estrecha con Estados Unidos, porque tiene frente a sí a Cuba y al bloque comunista que lo quiere tumbar, y eso lo convierte en el gran ogro, en el gran villano de la izquierda. El hombre que se ha entregado al imperialismo yanqui, el hombre que está en contra de Fidel Castro ¡Qué horror! Pero a su vez, Betancourt es quien propone la OPEP y la Corporación Venezolana del Petróleo. ¿Cómo se resuelven estas contradicciones dentro de ese esquema tan cuadriculado que tenía el discurso de la izquierda? Mintiendo, manipulando. El padre de la OPEP es Juan Pablo Pérez Alfonzo, se reivindica a Pérez Alfonzo, lo cual me parece que es legítimo, pero simplemente se suprime el hecho de que Pérez Alfonzo hizo lo que hizo porque un hombre llamado Rómulo Betancourt lo nombró ministro de Energía y Minas y, por tanto, responsable de la política petrolera.
Ese no es el único estandarte que se invisibiliza, también está el desafío de alcanzar un destino propio. Es decir, si necesitamos un partido único que a su vez sea el Estado, la milicia y la burocracia, cuya misión sea organizar la sociedad civil, ¿para qué necesitamos ser adultos?
La idea del pueblo niño la invocó Guzmán Blanco para justificarse a sí mismo. Nosotros vivimos algo muy parecido al partido único durante el liberalismo amarillo de Guzmán. Algún día Venezuela será una democracia, pero sólo cuando deje de ser niño y se convierta en sociedad adulta. Mientras tanto, le hace falta un gran padre que lo dirija, que lo coordine, que soy yo, Antonio Guzmán Blanco. ¿A qué estaba apelando José Gil Fortoul cuando decía que Gómez era el padre bueno y fuerte? ¿A un hombre que le daba amor y cariño a sus hijos? ¿A un padre que si veía que su hijo tenía déficit de atención lo llevaba al psicólogo? ¿A un padre que podía entender que su hijo podría tener una orientación sexual diferente? No, eso no. Un buen padre en 1914, 1915, era un hacendado andino que tenía la alacena llena y le daba dos correazos al hijo que se portara mal. Con el totalitarismo sucede algo parecido. No era un hombre sino el Estado. ¿Cuál era una de las tesis fundamentales de Lenin? Las masas son explotadas porque no han desarrollado su conciencia de clase. Por tanto necesitan a un grupito que sí tiene conciencia de clase, que somos nosotros, la vanguardia (el partido bolchevique), y nosotros nos encargaremos de dirigir a las masas hasta que algún día puedan ser libres. Pero la libertad es como el baile. Se aprende a bailar bailando.
Inercialmente llegamos a la década del 80, a la 'gran crisis económica y moral', como las definió Fernando Coronil en El Estado Mágico. Esto se desmorona, se descompone y en ese momento aparece Hugo Chávez.
El comentario que haces apunta al meollo de la angustia de todos los venezolanos y en esto, Tomás Straka, no está siendo nada original, ¿Qué pasó? Esa es la pregunta que nos hacemos, por eso buscamos libros de historia, por eso se entrevista a los historiadores. La vida de muchos venezolanos se parece a la película ¿Qué pasó anoche?, digamos, al protagonista que ha olvidado lo que hizo después de una farra descomunal, no sólo porque tiene un gran dolor de cabeza, sino porque descubre que le falta un diente y tiene una enorme contusión. Pero bueno, esta noche duró como 48 horas, ¿qué fue lo que hice anoche? Hemos hablado muy en el plano de las élites, Betancourt, Gustavo Machado, Uslar Pietri, Juan Pablo Pérez Alfonzo o Fernando Coronil y de la forma en que podría reflejarse su pensamiento en los venezolanos. No me estoy refiriendo a los más pobres, sino a una sociedad que tiene una relación bastante laxa con lo que podría ser la reflexión teórica, lo que significa que no necesariamente piensan igual que ellos. Es una relación dialéctica, en el sentido de diálogo, en la cual las mayorías compran una parte de ese discurso, otra no. Y en todo caso lo interpreta según sus intereses. Hay algunas fundamentales. La idea de la democracia. La idea de que el Estado puede ser el agente para convertir a los venezolanos en dueños de su destino. Esas ideas la gente las compra, en buena medida, porque a partir de la década del 40, comienzan a verle el queso a la tostada. Venezuela, entre la década del 50, 60 y 70 experimenta uno de los crecimientos más altos del mundo. Lo que le permite hacer enormes transformaciones. Los valores de la democracia se traducían en cambios concretos. Pero a partir de los años 80, la democracia no logra satisfacer las expectativas que la gente sigue teniendo (las de crecimiento infinito, la de progreso comprobado) La gente empieza a decepcionarse del sistema, comienza identificar a unos malvados, a unos culpables. Lo que hace que el discurso de Chávez cale, lo creas o no completamente.
Dentro de las ideas fantasiosas, la condición de sociedad niño es una tentación que nos arrastra como colectivo. El adolescente que no quiere enfrentar el desafío de volverse adulto, de enfrentar el episodio, nada placentero o desgarrador, que lo haga crecer. Mejor buscar a alguien que lo resuelva. Visto el proceso histórico y la dimensión de la crisis, no sería exagerado decir que la sociedad venezolana decidió suicidarse en primavera.
Es mucho más sabroso pedirle el carro a tu papá para salir a rumbear, que asumir las consecuencias de haber chocado el carro. Es que estás partiendo del principio de que los venezolanos dejamos de ser completamente niños. Tal vez una de las debilidades de la democracia, de los asuntos que dejó pendientes, es el pleno empoderamiento de los ciudadanos. Eso no era posible en los años 40, porque Venezuela era una sociedad de analfabetas, una sociedad desorganizada. Pero la clase política se encarga de organizar la sociedad.
Y lo que hace el Estado no es poca cosa, erradicar las enfermedades endémicas, crear infraestructura y expandir la educación.
Ayuda a inventar a la clase media. Hay dos grandes planes que se ejecutan simultáneamente y que dialogan. Uno viene dado por la clase política que impulsa la organización social y otro corresponde a la industria petrolera, cuya actividad contribuye al desarrollo económico. El objetivo era que la siguiente generación asumiera el control de la sociedad, lo que ocurrió a medias entre los años 70 y 80, ¿pero dónde estuvo el problema? Finalmente, la sociedad no pudo vivir de lo que era capaz de producir. Ni los empresarios, ni la clase media, pudieron romper la dependencia que tenían del Estado. Por eso, Chávez pudo barrer tan fácilmente con los sectores que se le oponen. Ellos no tienen peso específico. Dependen de un hombre que corta el bacalao. No es lo mismo que lo cortara Raúl Leoni, quien tenía el propósito de dejar de hacerlo algún día, a que lo hiciera Hugo Chávez, quien no iba a delegar esa tarea. Eso por una parte. Y por la otra está el sistema democrático, que tuvo luces y sombras. Si no hubiese tenido luces, no se habría caído.
Eso se hizo a motu proprio.
En mi caso, no podría decir como mi padre, quien era de la República Checa, que bello era mi país hasta que lo destruyó la Alemania de Hitler. No sé si eso fue exactamente así, pero eso lo pueden decir los checos. Nosotros no, a nosotros Hitler no nos ocupó… nosotros nos suicidamos. Entre las sombras de la democracia están ciertas "prácticas" del consenso. Las cosas que se hicieron para ganar votos. Lo que comúnmente se llama populismo. Cuidado con el populismo. Hay ciertas políticas sociales que eran muy necesarias en la sociedad venezolana, sobre todo en las décadas del 40 y del 60. Pero hay otras que se hicieron para garantizar cuotas de poder. Hacerse la vista gorda con la corrupción, el enriquecimiento a partir de negocios financieros, o los anti sistema que se instalaron en las universidades, como profesores poco productivos o como estudiantes profesionales, para garantizar la paz. Por supuesto, a esta gente le va a sonar muy bien la búsqueda de un culpable y el hallazgo de un nuevo papá que les resuelva la vida, papel que vino a cumplir, en alguna medida, Hugo Chávez.
Como parte de este eterno ritornello, que es parte de la gran pregunta —¿Qué fue lo que nos pasó?—, y lo digo porque tiene enormes complejidades y exige hurgar en muchas partes, recordamos al Estado que Gómez creó para su propio usufructo y provecho, ahora reemplazado por el sector militar, que ha creado su propia corporación para explotar el Arco Minero, el petróleo y el gas. Un Estado sin estadísticas, sin información. Una caja negra, absolutamente opaco.
Lo que está en el fondo es la desinstitucionalización. En los años 80, el Estado venezolano no logra resolver su crisis. Si fuese una enfermedad, te mueres o quedas postrado o ciego. El Estado simplemente fue decayendo. Llega Hugo Chávez con la propuesta. Bueno, vamos a "resetear", ese anglicismo tan dado a los venezolanos. Vamos a borrar lo que esté mal y a construir otra cosa, como el que pulsa el botón y entonces volvemos a una situación muy parecida a la del caudillo. No estoy diciendo que Chávez lo fue, pero de alguna manera, mientras ocurre el reseteo todo se va a concentrar en mí. Estamos hablando del Estado que mantiene. Dentro de las políticas sociales de Chávez, una de las más llamativas es Madres del Barrio, donde simplemente si una mujer tiene un hijo, Chávez se va a encargar de mantener a ese hijo. Chávez es el gran marido de Venezuela. Se llegó a ese extremo. Pero la sociedad socialista no funciona, a pesar de Giordani, entre otras cosas, porque la sociedad venezolana tiene suficientes glóbulos blancos como para hacer un contrapeso. Hay unos valores democráticos, incluso en el pueblo chavista, ¿o nos olvidamos que Chávez tuvo que dar dos pasos atrás cuando sus seguidores se manifestaron en desacuerdo con algunas de sus propuestas? ¿Qué ocurre a la vuelta de 12 años? Chávez se muere, no logra consolidar su proyecto, en el ínterin se despilfarra el mayor boom petrolero de nuestra historia, quiebra la economía al aplicarse un modelo inviable y lo que queda es una gran devastación.
Se termina de hundir el famoso submarino de Giordani.
Si a eso le sumas la especie de borrón y cuenta nueva que se quiere hacer, pero nunca llega la hora de la cuenta nueva, luego se cae el precio del petróleo. Bueno, demasiado estamos bien los venezolanos dentro de este esquema. ¿Qué se logró fortalecer? Porque en todo proceso hay ganadores y perdedores. Yo siento que la sociedad venezolana, en conjunto, es perdedora completa. Nosotros perdimos casi todo. Pero dentro de esa gran derrota que significó para los venezolanos estos últimos 20 años, hay algunos ganadores. De las derrotas se pueden sacar cosas para después avanzar como también pueden salir cosas muy malas. El Ejército es de los ganadores. En Cuba ocurrió algo similar, cuando se viene abajo el modelo de Fidel, lo único que queda más o menos estructurado es el Ejército. Es lo que sostiene al gobierno de Cuba. En el caso de Venezuela hay un problema, que el Ejército tiene frente a sí a algunas empresas privadas que han sobrevivido y una cultura, en ciertos sectores que le hacen contrapeso, al menos en el imaginario. Los empresarios parecen haber salido del foso cuando no eran ni remotamente prestigiosos. En la década del 60 era Eugenio Mendoza; en los 90, Orlando Castro. Eso bastaría para dibujar una línea que va en picada y ahora la representación de Lorenzo Mendoza marca un ascenso. Mientras los militares, para sostener al gobierno, responden a esa máxima del imperio romano, enriquece a los militares y ríete de los demás.
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