El tristemente célebre Consumatum est contra COPEI, por Miguel Angel Diaz Oquendo
En mayo de 2014, en base a una norma estatutaria legalmente aprobada, fui designado Vicepresidente de Copei-Zulia. Llegué animado por ver tanto entusiasmo, actividades de calle, banderas verdes y por las palabras de Roberto Enríquez donde prácticamente se robó el show, diciéndole al gobierno en su cara, en cadena nacional y en unos muy bien resumidos minutos todas las verdades que los venezolanos queríamos decirle a Maduro. No me extrañó esa importante intervención, para mí era producto de la escuela parlamentaria copeyana, maestra de ilustres e innumerables parlamentarios que deslumbraron el congreso durante décadas.
Comencé muy animado, como muchos otros que regresaron o se acercaron al partido alegando que estaba valiendo la pena volver a él, todos, absolutamente todos, motivados por volver a ver a COPEI en las calles y por esas palabras dichas por un copeyano en la cara de Maduro. Sin embargo, no tardé en empezar a darme cuenta de que el partido, dueño de importantes logros para la democracia y de un "saber hacer" en política bastante grande, también sufría de una terrible enfermedad, una mezcla de resentimientos internos, una cultura de lucha interna, de pase de factura, que para mí no era conveniente en un partido que se estaba volviendo a levantar, las tendencias podrían ser normales en partidos y en democracias consolidadas pero no en organizaciones que deberían estar al unísono alineadas para recuperarse, para la grandeza y, sobre todo, para combatir a un régimen totalitario disfrazado de democrático.
Varias veces lo dije en el comité regional, ante comentarios críticos de unos 2 o 3 que se oponían a la línea del comité nacional, "…en lugar de seguir fomentando discusiones deberíamos ponernos de acuerdo a ver cómo hacemos para recuperar la confianza de la gente, para captar jóvenes, para convertirnos en una alternativa de poder …". Poco a poco, me di cuenta de que esa enfermedad del partido era general, lo sucedido un día antes de inscribir las candidaturas de Copei en la MUD, a través de la decisión de amparo del TSJ que prohibió a la Dirección Nacional en funciones postular a los candidatos a la AN, confiriéndole dicha facultad a una junta Ad Hoc (integrada por los promotores del extraño recurso de amparo), me demostró que la enfermedad era sistémica, había atacado al partido de arriba abajo en todas sus estructuras, y era aún peor, unos individuos, cuyo padecer va mucho más allá de esa enfermedad, rayando en la traición, en el pacto oscuro con el régimen, en el egoísmo y la visión miope de la política, lograron una decisión en tiempo récord del TSJ que suspendió las postulaciones ya acordadas por el partido en consultas con las regiones y les otorgó a ellos esas facultades que nunca cumplieron. El único logro que consiguieron los célebres integrantes de la Ad Hoc: dejar a Copei fuera de la MUD y sin candidatos en la histórica elección de ayer.
El gran partido de masas de 69 años, fundador de la democracia, que escribió páginas gloriosas de nuestra historia, no formó parte de la gesta emancipadora del 6 de diciembre que significa el primer paso realmente importante para rescatar la democracia, todo esto por obra y gracia de estos ilustres nada ilustres de la nefasta junta.
Es importante aclarar que la Dirección Nacional presidida por Roberto Enríquez, antes de estos hechos, había ratificado su legitimidad en un reciente Consejo Federal que le dio su respaldo mayoritario, asimismo, el partido había sacado 80.000 votos (tercero entre los partidos de la oposición) en las primarias celebradas por la MUD y había asegurado para Copei, como miembro de la MUD, 27 candidaturas a la AN, que seguramente hoy fueran diputados. Es obvio que como no pudieron causar el daño al no tener respaldo de la militancia tuvieron que acudir a la oscura maniobra del amañado amparo. El gran logro de la junta Ad Hoc: COPEI fuera de la MUD y sin diputados. Sólo un acuerdo oscuro pudo haber logrado una decisión en tiempo récord del TSJ, máximo tribunal obviamente parcializado y controlado por el gobierno, y precisamente un día antes de la fecha prevista para formalizar las candidaturas. Quien tenga dudas de esto lea el tweet de un personaje de apellido Salazar (Miguel), de fecha 6 noviembre (fecha tope para poder postular o modificar las candidaturas), donde dice "Consumatum est… hemos obrado con responsabilidad ante el país y nuestros hermanos socialcristianos".
Consumatun est (en español: " todo está cumplido"), cabría preguntarle a este ilustre personaje de la junta: ¿qué fue lo que se consumó en esa fecha, que fue lo que se cumplió?, precisamente el día cuando ya COPEI perdía su derecho a las candidaturas. Se consumó la traición a COPEI, su salida de la historia.
Deberías decir entonces, Salazar: "Consumatum est…hemos obrado con irresponsabilidad ante el país y nuestros hermanos socialcristianos".
Vamos a echarle pichón, dijo alguna vez un copeyano. Hay Copei pa´rato, dijo otro. Ustedes, junta Ad Hoc, quedarán con el tristemente célebre: Consumatum est.
Miguel Diaz Oquendo
Abogado de la UCAB
Post Grado Derecho del Trabajo
Ex-PDVSA Asesor Laboral
Ex Gerente de Pasivos Laborales de la Gobernacion del Zulia
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