lunes, 25 de marzo de 2013

A mi me parece que PDVSA está en quiebra

Del Blog 
PUBLICACIONES
FRANCISCO ALARCÓN

A mi me parece que PDVSA está en quiebra:
Esperando a los chinos

El informe de la deuda consolidada de PDVSA al 31 de diciembre de 2012 certificado por KPMG muestra un total de $40.026 millones de dólares, representados en su cai totalidad por las emisiones de bonos que ha hecho la empresa. Eso es todo lo que la auditora llama deuda.

Para quienes no somos expertos en finanzas, esto parece incompleto. Si yo tengo una bodega y le pido prestado al banco, ese préstamo sería equivalente a lo que aparece como deuda total de PDVSA, arriba. Pero, que pasa si yo le debo a los suplidores que me candan carne y otros alimentos. Eso es deuda, no?  En el caso de las deudas de PDVSA con suplidores, el monto es de $39.800 millones, así como suena. Pero si en la bodega yo despedí a varios empleados y no les ha pagado su indemnizaciones legales, no es eso una deuda que la bodega tendría con ellos? PDVSA le debe a los empleados despedidos a punta de pito por el difunto una suma cuyo monto desconozco pero que estimo en unos $5000 millones. Luego, como dueño de la bodega le pedí prestado a unos chinos para comprarme unos autos y salir de vacaciones a Europa y puse a la bodega a pagar esa deuda, a pesar de que la bodega no se beneficia de ese dinero. PDVSA le está pagando  China  en petróleo una deuda que fue a los bolsillos del difunto,  al tenor de unos  $6000 millones al año y esa deuda se mantendrá por un cierto número de años. Si hablamos de cinco años la deuda a pagar por PDVSA a los Chinos es de unos $30.000.  La bodega tiene algunas demandas legales, no todas las cuales va a ganar. PDVSA tiene como doce demandas y no ha hecho provisión razonable alguna para pagar los dineros que tendría que pagar si pierde algunas. Eso suma unos $7000 millones más.

Es probable que la cuenta no sea así y que haya que refinarla. Pero, tampoco es como la pinta KPMG en su informe. La cuenta arriba da un total de unos $121.000 millons, en números redondos.

El diputado Elias Matta llega a una cifra que se parece a esta, ver: http://runrun.es/runrunes/57302/pdvsa-tiene-mas-deudas-que-patrimonio-y-bajo-al-puesto-36-global.html. El dice que estos pasivos de PDVSA exceden el patrimonio de la empresa, lo cual es gravísimo. No es esto la definición técnica de quiebra? Repito, no estoy seguro de cu les la situación financier exacta de PDVSA pro a mi luce quebrada, sobre todo porque sus ingreso de año a año no están siendo utilizados para pagar estas obligaciones sino para seguir alimentando la insaciable sed de dinero de los hampones del régimen castrista y castrado.

domingo, 10 de marzo de 2013

Excelente análisis de Moisés Naim sobre Hugo Chávez

Del Blog LAS ARMAS DE CORONEL
Excelente análisis de Moisés Naim sobre Hugo Chávez:

*** Junto con un artículo de Fernando Mires y otro de Mario Vargas Llosa, ambos reproducidos en este blog, el escrito de Moisés Naím, abajo transcrito, es, en mi opinión, lo mejor que se ha escrito en español y yo haya leído sobre el legado de Hugo Chávez. Y han sido ya centenares, si no miles,  los artículos que han aparecido sobre el tema.

 Esto es lo que dice Moisés Naím:

                                          LO BUENO, LO MALO Y LO FEO
Ya antes de su muerte, Hugo Chávez se había sumado a Fidel Castro y Ernesto Che Guevara en el panteón de líderes latinoamericanos a los que se reconoce al instante en todo el mundo. Y, como Castro y Guevara, Chávez es de lo más polémico. Es objeto de una profunda admiración que se transforma enseguida en veneración apasionada, y de un antagonismo que se convierte con la misma facilidad en odio intenso. Chávez murió el martes, a los 58 años, después de dos años de tratamientos contra el cáncer, según el vicepresidente venezolano Nicolás Maduro.
Es inevitable que su labor sea tan difícil de valorar con objetividad como la de otros dirigentes controvertidos como Mao y Perón. No obstante, aunque los actos de Chávez susciten discusiones sin fin, su legado tiene ciertos aspectos indiscutibles.
» Lo bueno. La consecuencia más duradera y positiva del mandato de Chávez es que hizo añicos la pacífica coexistencia de Venezuela con la pobreza, las desigualdades y la exclusión social. No fue el primer líder político que convirtió a los pobres en el centro de la conversación nacional. Ni tampoco fue el primero que aprovechó el aumento de los ingresos del petróleo para ayudar a esos pobres. Pero ninguno de sus antecesores lo había hecho de manera tan agresiva ni con un sentimiento de apremio tan apasionado como Chávez. Y nadie tuvo tanto éxito como él a la hora de fijar esta prioridad en la mentalidad colectiva e incluso exportarla a los países vecinos y más allá. Además, su capacidad de hacer que los pobres sintieran que tenían a uno de los suyos en el poder no tiene precedentes. Otro aspecto positivo de su legado es que acabó con la indiferencia política y la apatía generalizadas, alimentadas durante decenios por un sistema en manos de unos partidos políticos en descomposición y ajenos a la realidad. El despertar político del país que desencadenó Chávez ha absorbido a habitantes de las barriadas, trabajadores, estudiantes universitarios, la clase media y, por desgracia, también los militares. Y aquí es donde comienza el legado negativo de Chávez.
» Lo malo. Tras 14 años en el poder, Chávez no ha dejado el país con una democracia más fuerte ni una economía más próspera. A pesar de sus constantes recordatorios de que por fin había logrado que los pobres, tanto tiempo excluidos, vivieran con autonomía, y a pesar de que en su presidencia se produjo el aumento más largo y desmesurado de los ingresos por petróleo en toda la historia de Venezuela. Chávez y sus partidarios afirmaban que, durante su mandato, se celebraron 15 elecciones nacionales y referendos, y que sus programas sociales fomentaban la participación y la democracia “directa” o “radical”. Sin embargo, como explica el prestigioso profesor estadounidense Scott Mainwaring, para que exista democracia es necesario que haya “elecciones libres y justas para designar el Gobierno y la cámara legislativa, el derecho casi universal al voto de los adultos en la era contemporánea, la protección de los derechos políticos y las libertades civiles y el control civil del Ejército. El régimen de Chávez no cumple, ni mucho menos, la primera y la tercera de estas características de la democracia. No existe igualdad de oportunidades electorales, y el respeto a los derechos de la oposición se ha deteriorado gravemente. El Ejército está mucho más politizado e interviene mucho más en política que antes de Chávez”.
En realidad, el presidente Chávez fue uno de los que antes y con más destreza supo poner en práctica una estrategia política común tras la guerra fría en muchos países que los politólogos califican de regímenes autoritarios competitivos. En ellos, los dirigentes obtienen el poder mediante elecciones democráticas pero luego cambian la Constitución y otras leyes para debilitar el sistema de control al Gobierno, con lo que se aseguran la continuidad del régimen y su autonomía casi absoluta y, al tiempo, conservan una pátina de legitimidad democrática. No es casual que Chávez fuera el jefe de Estado que más tiempo estuvo en el poder de toda América.
La otra herencia paradójica —y negativa— de Hugo Chávez es una economía que es un desastre. Es paradójica porque su mandato coincidió con una subida de los precios de las materias primas y la presencia de un sistema financiero internacional lleno de dinero en efectivo y dispuesto a prestar a países como Venezuela. Además, el presidente tenía libertad para adoptar cualquier política económica que quisiera sin limitaciones nacionales, internacionales ni institucionales de ningún tipo. Sin embargo, en el momento de su muerte, pocos países sufren unas distorsiones económicas semejantes.
Venezuela posee uno de los mayores déficits fiscales del mundo, la mayor tasa de inflación, el peor ajuste del tipo de cambio, el incremento más rápido de la deuda y una de las mayores caídas de la capacidad productiva, incluso en el crítico sector del petróleo. Además, durante la era de Chávez, el país cayó a los últimos puestos de las listas que miden la competitividad internacional, la facilidad para hacer negocios y el atractivo para los inversores extranjeros, y subió a los primeros puestos entre los países más corruptos del mundo. Este último dato es otra paradoja más de un líder cuyo ascenso al poder se basó en la promesa de eliminar la corrupción y aplastar a la oligarquía. La burguesía bolivariana -—los boliburgueses, como llaman los venezolanos a la nueva oligarquía, formada por los más estrechos aliados de las autoridades del régimen, sus familias y amigos— ha amasado enormes fortunas gracias a contratos corruptos con el Gobierno. Y eso también forma parte de la desgraciada herencia dejada por Chávez.
» Lo feo. El presidente Chávez deja una sociedad ferozmente polarizada. Aunque siempre existieron divisiones sociales, el estilo político de Chávez hacía demasiado hincapié en alimentar los resentimientos, la rabia y la venganza, hasta niveles antes desconocidos. Tendrá que pasar mucho tiempo y habrá que hacer muchos esfuerzos para sanar las heridas causadas por las inmensas dosis de conflicto social que el presidente promovió y de las que se aprovechó. Otra faceta desagradable del mandato de Chávez es que, durante su presidencia, Venezuela se convirtió en uno de los países con más asesinatos del mundo. Kabul y Bagdad son más seguros que Caracas, donde los homicidios y los secuestros se han vuelto parte de la vida diaria. Los organismos internacionales de policía consideran asimismo que el país es un refugio de falsificadores, blanqueadores de dinero y traficantes de seres humanos, armas y, por supuesto, drogas. Según Naciones Unidas, Venezuela se ha convertido en el principal proveedor de drogas de Europa. El Departamento del Tesoro estadounidense ha acusado a ocho miembros destacados de la Administración de Chávez, incluidos el antiguo responsable de los servicios de inteligencia y el ministro de Defensa, de encabezar redes de narcotráfico.
Ante todo ello, Chávez permaneció callado insólitamente y pasivo. Su complacencia mientras veía cómo su país caía en una espiral de asesinatos y crímenes es uno de los aspectos más desagradables e imperdonables de sus años de mandato.
» La oportunidad perdida. El pueblo venezolano dio a Chávez un cheque político en blanco y, gracias al boom prolongado de los precios del petróleo, contó también con un cheque económico en blanco. Pocos jefes de Estado han podido aunar el enorme apoyo popular y los inmensos recursos económicos de los que disfrutó Chávez durante 14 años. Su control absoluto de todas las palancas del poder le permitió hacer lo que quería. Y lo hizo. Modificar el nombre del país, cambiar su bandera, imponer una zona horaria nueva y especial para Venezuela. Y mucho más. Lo que no hizo fue dejar el país en mejor situación que cuando llegó a la presidencia. Hugo Chávez merece que se le recuerde como una oportunidad perdida.
Moisés Naím es el autor de un nuevo libro: "The End of Power", que ya se encuentra en las librerías o se puede adquirir por Internet.

Extraordinario artículo de Mario Vargas Llosa

Del Blog  LAS ARMAS DE CORONEL

Extraordinario artículo de Mario Vargas Llosa:

*** Transcribo este extraordinario artículo de Mario Vargas Llosa aparecido hoy en El Páis. Escrito en noble prosa analiza el fenómeno de masas que se ve hoy en Venezuela y su probable futuro
** Vargas Llosa define a Chávez como un caudillo,  un "cruce entre superhombre y bufón"

El comandante Hugo Chávez Frías pertenecía a la robusta tradición de los caudillos, que, aunque más presente en América Latina que en otras partes, no deja de asomar por doquier, aun en democracias avanzadas, como Francia. Ella revela ese miedo a la libertad que es una herencia del mundo primitivo, anterior a la democracia y al individuo, cuando el hombre era masa todavía y prefería que un semidiós, al que cedía su capacidad de iniciativa y su libre albedrío, tomara todas las decisiones importantes sobre su vida. Cruce de superhombre y bufón, el caudillo hace y deshace a su antojo, inspirado por Dios o por una ideología en la que casi siempre se confunden el socialismo y el fascismo —dos formas de estatismo y colectivismo— y se comunica directamente con su pueblo, a través de la demagogia, la retórica y espectáculos multitudinarios y pasionales de entraña mágico-religiosa.
Su popularidad suele ser enorme, irracional, pero también efímera, y el balance de su gestión infaliblemente catastrófica. No hay que dejarse impresionar demasiado por las muchedumbres llorosas que velan los restos de Hugo Chávez; son las mismas que se estremecían de dolor y desamparo por la muerte de Perón, de Franco, de Stalin, de Trujillo, y las que mañana acompañarán al sepulcro a Fidel Castro. Los caudillos no dejan herederos y lo que ocurrirá a partir de ahora en Venezuela es totalmente incierto. Nadie, entre la gente de su entorno, y desde luego en ningún caso Nicolás Maduro, el discreto apparatchik al que designó su sucesor, está en condiciones de aglutinar y mantener unida a esa coalición de facciones, individuos e intereses encontrados que representan el chavismo, ni de mantener el entusiasmo y la fe que el difunto comandante despertaba con su torrencial energía entre las masas de Venezuela.

Pero una cosa sí es segura: ese híbrido ideológico que Hugo Chávez maquinó, llamado la revolución bolivariana o el socialismo del siglo XXI comenzó ya a descomponerse y desaparecerá más pronto o más tarde, derrotado por la realidad concreta, la de una Venezuela, el país potencialmente más rico del mundo, al que las políticas del caudillo dejan empobrecido, fracturado y enconado, con la inflación, la criminalidad y la corrupción más altas del continente, un déficit fiscal que araña el 18% del PIB y las instituciones —las empresas públicas, la justicia, la prensa, el poder electoral, las fuerzas armadas— semidestruidas por el autoritarismo, la intimidación y la obsecuencia.
El híbrido del socialismo del siglo XXI ya comenzó a descomponerse y terminará por desaparecer
La muerte de Chávez, además, pone un signo de interrogación sobre esa política de intervencionismo en el resto del continente latinoamericano al que, en un sueño megalómano característico de los caudillos, el comandante difunto se proponía volver socialista y bolivariano a golpes de chequera. ¿Seguirá ese fantástico dispendio de los petrodólares venezolanos que han hecho sobrevivir a Cuba con los cien mil barriles diarios que Chávez poco menos que regalaba a su mentor e ídolo Fidel Castro? ¿Y los subsidios y/o compras de deuda a 19 países, incluidos sus vasallos ideológicos como el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega, a las FARC colombianas y a los innumerables partidos, grupos y grupúsculos que a lo largo y ancho de América Latina pugnan por imponer la revolución marxista? El pueblo venezolano parecía aceptar este fantástico despilfarro contagiado por el optimismo de su caudillo; pero dudo que ni el más fanático de los chavistas crea ahora que Nicolás Maduro pueda llegar a ser el próximo Simón Bolívar. Ese sueño y sus subproductos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que integran Bolivia, Cuba, Ecuador, Dominica, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda, bajo la dirección de Venezuela, son ya cadáveres insepultos.

En los catorce años que Chávez gobernó Venezuela, el barril de petróleo multiplicó unas siete veces su valor, lo que hizo de ese país, potencialmente, uno de los más prósperos del globo. Sin embargo, la reducción de la pobreza en ese período ha sido menor en él que, digamos, las de Chile y Perú en el mismo periodo. En tanto que la expropiación y nacionalización de más de un millar de empresas privadas, entre ellas de tres millones y medio de hectáreas de haciendas agrícolas y ganaderas, no desapareció a los odiados ricos sino creó, mediante el privilegio y los tráficos, una verdadera legión de nuevos ricos improductivos que, en vez de hacer progresar al país, han contribuido a hundirlo en el mercantilismo, el rentismo y todas las demás formas degradadas del capitalismo de Estado.

Chávez no estatizó toda la economía, a la manera de Cuba, y nunca acabó de cerrar todos los espacios para la disidencia y la crítica, aunque su política represiva contra la prensa independiente y los opositores los redujo a su mínima expresión. Su prontuario en lo que respecta a los atropellos contra los derechos humanos es enorme, como lo ha recordado con motivo de su fallecimiento una organización tan objetiva y respetable como Human Rights Watch. Es verdad que celebró varias consultas electorales y que, por lo menos algunas de ellas, como la última, las ganó limpiamente, si la limpieza de una consulta se mide sólo por el respeto a los votos emitidos, y no se tiene en cuenta el contexto político y social en que aquella se celebra, y en la que la desproporción de medios con que el gobierno y la oposición cuentan es tal que ésta corre de entrada con una desventaja descomunal.

Pero, en última instancia, que haya en Venezuela una oposición al chavismo que en la elección del año pasado casi obtuvo los seis millones y medio de votos es algo que se debe, más que a la tolerancia de Chávez, a la gallardía y la convicción de tantos venezolanos, que nunca se dejaron intimidar por la coerción y las presiones del régimen, y que, en estos catorce años, mantuvieron viva la lucidez y la vocación democrática, sin dejarse arrollar por la pasión gregaria y la abdicación del espíritu crítico que fomenta el caudillismo.

Ni el más fanático de los chavistas cree ahora que Maduro pueda ser el nuevo Simón Bolívar
No sin tropiezos, esa oposición, en la que se hallan representadas todas las variantes ideológicas de la derecha a la izquierda democrática de Venezuela, está unida. Y tiene ahora una oportunidad extraordinaria para convencer al pueblo venezolano de que la verdadera salida para los enormes problemas que enfrenta no es perseverar en el error populista y revolucionario que encarnaba Chávez, sino en la opción democrática, es decir, en el único sistema que ha sido capaz de conciliar la libertad, la legalidad y el progreso, creando oportunidades para todos en un régimen de coexistencia y de paz.

Ni Chávez ni caudillo alguno son posibles sin un clima de escepticismo y de disgusto con la democracia como el que llegó a vivir Venezuela cuando, el 4 de febrero de 1992, el comandante Chávez intentó el golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, golpe que fue derrotado por un Ejército constitucionalista y que envió a Chávez a la cárcel de donde, dos años después, en un gesto irresponsable que costaría carísimo a su pueblo, el presidente Rafael Caldera lo sacó amnistiándolo. Esa democracia imperfecta, derrochadora y bastante corrompida había frustrado profundamente a los venezolanos, que, por eso, abrieron su corazón a los cantos de sirena del militar golpista, algo que ha ocurrido, por desgracia, muchas veces en América Latina.

Cuando el impacto emocional de su muerte se atenúe, la gran tarea de la alianza opositora que preside Henrique Capriles está en persuadir a ese pueblo de que la democracia futura de Venezuela se habrá sacudido de esas taras que la hundieron, y habrá aprovechado la lección para depurarse de los tráficos mercantilistas, el rentismo, los privilegios y los derroches que la debilitaron y volvieron tan impopular. Y que la democracia del futuro acabará con los abusos del poder, restableciendo la legalidad, restaurando la independencia del Poder Judicial que el chavismo aniquiló, acabando con esa burocracia política elefantiásica que ha llevado a la ruina a las empresas públicas, creando un clima estimulante para la creación de la riqueza en el que los empresarios y las empresas puedan trabajar y los inversores invertir, de modo que regresen a Venezuela los capitales que huyeron y la libertad vuelva a ser el santo y seña de la vida política, social y cultural del país del que hace dos siglos salieron tantos miles de hombres a derramar su sangre por la independencia de América Latina.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2013.
© Mario Vargas Llosa, 2013.

viernes, 8 de marzo de 2013

AGUSTÍN LAJE, LO QUE NO CUENTAN DE HUGO CHÁVEZ, DESDE ARGENTINA,

Del Blog de EL REPUBLICANO LIBERAL

AGUSTÍN LAJE, LO QUE NO CUENTAN DE HUGO CHÁVEZ, DESDE ARGENTINA,:
La muerte del Hugo Chávez humano ha dado paso al nacimiento del Hugo Chávez mítico: una versión falaz e insolente del dictador bolivariano, despojada de sus atrocidades y abarrotada de supuestas virtudes que lo ubican, como todo mito de esta naturaleza, en el pagano altar de los ídolos políticos.
El poder simbólico de la muerte es de inimaginable vigor en las sociedades humanas. La muerte nos fascina, nos sensibiliza, sacude eso llamado empatía que nos permite ponernos en el lugar del otro, como rezan algunas teorías sociales y psicológicas. Paradójicamente, la muerte muchas veces nos acerca a quien ya no tiene existencia terrenal y, precisamente por esto, contribuye a la emergencia de los mitos políticos.
La muerte tiene el poder de borrar historias y crear historietas. Sepultar hechos y construir fantasías. Otorgar plenarias indulgencias y amordazar visiones alternativas. En definitiva, censurar verdades y alentar mentiras. Todo ello, en presunto “honor” del difunto, por supuesto. Ejemplos argentinos en la historia reciente sobran. Ernesto Che Guevara, de asiduo fusilador a exponente de la “lucha por los Derechos Humanos”. Néstor Kirchner, de corrupto matón multimillonario a fetiche “nacional y popular”. Ambos viven hoy, pero en remeras de algunos fanáticos. La muerte evidentemente todo lo puede.
¿Pero quién murió realmente el pasado 6 de marzo de 2013 (descontando que ésta haya sido la verdadera fecha de su muerte)? La pregunta es válida, en tanto y en cuanto el nacimiento del Chávez mítico no tardará en pervertir la verdad histórica del bolivariano dictador.
En términos políticos, murió un caudillo profundamente antidemocrático que, fracasado en su intentona golpista del 4 de febrero de 1992 contra el presidente democrático Carlos Andrés Pérez (intentona que dejó un saldo de más de 20 muertos y decenas de heridos), entendió que la democracia debía ser destruida desde adentro. En 1999, habiendo obtenido el poder mediante formas democráticas, Hugo Chávez activó entonces su plan para fagocitar la democracia desde su interior, socavando la independencia de poderes; destituyendo caprichosamente a incontables jueces y colocando a dedo a otros que le fueran funcionales; controlando celosamente la Asamblea General; obstaculizando el actuar de la oposición; violentando la libertad de expresión a niveles insoportables, y destruyendo instituciones vitales para el funcionamiento sano de toda democracia.
Así las cosas, aquel cuyo poder tuvo un origen democrático, en su ejercicio se volvió un dictador, pues reunió en su persona la suma del poder público y pronto se convirtió, además, en un enemigo declarado de los Derechos Humanos. Cabe mencionar que Hugo Chávez fue denunciado nada menos que por la Human Right Watch (Informe 2008) y por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en su informe de 2009 subrayó que el dictador Chávez “criminaliza a los defensores de los Derechos Humanos, judicializa la protesta social pacífica y persigue penalmente a los disidentes políticos”. La dictadura chavista, que acabó retirándose de la CIDH en la OEA, no se privó de tener sus numerosos presos políticos y sus exiliados. Un caso interesante es el del político opositor Alejandro Peña Esclusa, quien padeciendo cáncer fue encarcelado a partir de un sucio trabajo de los grupos de inteligencia de Hugo en 2010. Esta terrible enfermedad que soportaba el preso político, naturalmente empeoró en prisión, y las presiones de organismos de Derechos Humanos sólo obtenían indiferencia por parte del chavismo que gozaba de la situación.
A este veloz recorrido por el legado político de Hugo Chávez, debemos agregar que su gobierno ha sido considerado el más corrupto de toda América Latina por el prestigioso ranking que hacen los expertos de Transparencia Internacional. Es de conocimiento público la fortuna que han hecho los políticos del “socialismo del Siglo XXI” y sus amigos (conocidos como “boliburgueses”), incluyendo al mismísimo difunto y a su familia por supuesto. La Venezuela bolivariana también ocupa el último puesto del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina (2012), que si bien no incluye a Cuba en su ponderación, habla a las claras del proceso dictatorial que introdujo Hugo Chávez en el país de Bolívar, a pesar de su origen electoral.
En términos económicos, murió un pésimo administrador que, más preocupado por repartir prebendas y desarrollar su sistema clientelar, descuidó una inédita posibilidad que tuvo Venezuela de modificar su ineficiente estructura económica. Esta posibilidad estuvo dada por la exponencial alza del precio internacional del petróleo, que es prácticamente lo único que exportan los venezolanos. El día que Chávez ganó las elecciones, el barril de petróleo costaba 9 dólares; en 2011 ya estaba en 160 dólares. Estamos hablando de un incremento de casi el 1800% de aquello que representa el 96% del ingreso por exportaciones del país. En 14 años de gobierno chavista, se estima que ingresaron 980.000 millones de dólares por petróleo (de los cuales varios millones se usaron para financiar la dictadura castrista y organizaciones terroristas como las FARC) gracias a factores que nada tienen que ver con la habilidad en el manejo de la economía, sino con una coyuntura internacional dada. Si aquel número no le dice mucho, considere que Estados Unidos destinó en su Plan Marshall para la recuperación de 18 países, la suma de 12.741 millones de dólares.
Sin embargo, y a pesar de este inédito viento de cola, Venezuela continúa desindustrializada, en permanente crisis energética, importando prácticamente todo de afuera, y padeciendo una inflación que está entre las más destructivas del mundo casi llegando al 30%.
En los últimos años han cerrado más de 107.000 empresas, que constituyen un 15% del total. Y es que la libertad económica en Venezuela ha sido coartada casi al extremo. El último informe anual de Libertad Económica en el Mundo, del prestigioso Fraser Institute, señala que los venezolanos tienen el país menos libre de las 144 naciones computadas. En el Índice 2013 de Libertad Económica de la Heritage Foundation, Venezuela aparece en el puesto 174 sobre 176 países considerados. Junto a Cuba, el país de Hugo Chávez es el de menor seguridad jurídica de todo el continente y, por lo tanto, el peor para invertir.
En términos sociales finalmente, murió un belicista que, mientras militarizaba a la población, introducía la discordia y la división social. Arguyendo descabelladas hipótesis de conflicto como una “guerra asimétrica” contra los Estados Unidos, Hugo Chávez armó y entrenó a más de 25.000 milicianos irregulares en una suerte de escuadrón de la muerte llamado “Guardia Territorial”. Además, conformó los “Movimientos Bolivarianos Revolucionarios” que, con una impronta casi guerrillera, controlan los barrios al estilo de los “Comandos de Defensa de la Revolución” de Fidel Castro. Todo esto, sin contar la reserva militar de 500.000 civiles dispuestos a enfrentarse contra “el imperialismo” (conflicto armado que sólo estaba en las esquizofrénicas neuronas del dictador bolivariano) que anunció allá por 2005, o la militarización de niños en las llamadas “guerrillas comunicacionales”.
Semejante militarización irregular, división social y fanatismo político, hacen hoy de Venezuela uno de los países más inseguros del mundo, con una tasa de 73 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Murió Hugo Chávez. Recordémoslo como verdaderamente fue: políticamente, un enemigo de la democracia que consiguió destruirla desde su interior; económicamente, un pésimo administrador con suerte que desperdició una posibilidad inédita de desarrollar a Venezuela; y socialmente, un militarista desquiciado que quiso pergeñar un Estado policíaco en permanente paranoia, y acabó fragmentando a toda una sociedad que ahora, sin el caudillo, armada y fanatizada, espera por tiempos más violentos aún.
@agustinlaje
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jueves, 7 de marzo de 2013

CARTA ABIERTA A LA CÁMARA PETROLERA DE VENEZUELA

Del Blog  Las Armas de Coronel 

CARTA ABIERTA A LA CÁMARA PETROLERA DE VENEZUELA:


                                                                                                          Marzo 7, 2013


Cámara Petrolera de Venezuela

Señores:

Con tristeza y asco he leído su comunicado de pésame relacionado con la muerte de Hugo Chávez Frías en El Universal de hoy y en su página web. No me refiero a sus expresiones de condolencia a los familiares y allegados del difunto ex-presidente, las cuales son perfectamente normales. Me refiero a los considerandos en los cuales ustedes se refieren a  “su amor por la patria”, a su promoción  “de la participación e inclusión de todos los venezolanos”, a “su liderazgo comprometido con el país y promotor de la integración de los pueblos latinoamericanos”.

Quizás estas generosas y hasta melosas consideraciones puedan ser creídas por extranjeros quienes nunca supieron lo que pasaba en Venezuela durante todos estos años de mandato autocrático por parte del Sr. Chávez, años de siembra de odios, de exclusión de la clase media, de abandono de la Comunidad Andina de Naciones, de las intrigas en Mercosur y en la OEA, de la creación de ALBA como herramienta ideológica, de la alineación del régimen con los países forajidos del planeta y con grupos terroristas, desde las FARC hasta la ETA y el Hezbollah. Pudieran ser creídas, repito,  por quienes nunca supieron sobre el desprecio y la humillación que el finado utilizó sistematicamente, con lenguaje cloacal, contra sus adversarios politicos, o de la entrega indebida e illegal  de petróleo a Cuba, o de las injusticias y los abusos de poder cometidos por el sátrapa, o de la inmensa corrupción imperante en la industria petrolera que ustedes deben conocer bien. O que nunca supieron quien fue Franklyn Brito, quienes son la jueza Afiuni, o Peña Esclusa o los comisarios que languidecen en prisión.  Repito, esos extranjeros pueden ser engañados, pero no los venezolanos. Ustedes han podido ser discretos y civilizados en su expresion de pésame pero han preferido una  sumisa e injustificada  adulación, algo que no se veía en Venezuela desde la época de J.V. Gómez, ya que ni en la etapa dictatorial de Marcos Pérez Jiménez asistimos a tanta falta de decoro.

No pude mantenerme en silencio ante  lo que considero una postura abyecta por parte de la Cámara de la Industria Petrolera, una industria a la cual siento aun pertenecer. Me apena doblemente, porque no he visto nada más censurable que este comunicado de ustedes de ninguna otra organización del sector privado venezolano.

                           Gustavo Coronel

                           Geólogo Petrolero,   CIV #3901